El mundo que conocíamos murió este 23 de febrero. Las crónicas de la muerte anunciada del orden mundial comenzaron en 2016 con la victoria de Donald Trump y el brexit. Es decir, el claro declive de la hegemonía occidental a expensas del malestar social. Sin embargo, la invasión rusa a Ucrania es un hito para la historia moderna, donde el autoritarismo-populista da un golpe contundente a la democracia occidental.
La longeva lucha geopolítica e ideológica entre Occidente y Rusia pone en jaque el sistema internacional contemporáneo. Si bien los reflectores yacen sobre el conflicto ucraniano, hay que analizar el panorama completo. Las normas que rigen el derecho internacional no tienen la fuerza para regular el comportamiento autoritario con el fin de reafirmar la esfera de influencia hegemónica.
Las Naciones Unidas nacieron con el propósito de mantener la paz y la seguridad internacional; no obstante, e irónicamente, mientras que el Consejo de Seguridad se manifestó en contra de los ejercicios militares en Europa del este, Ucrania fue invadida. Aunado a la diplomacia fallida, la falta de coordinación en el manejo de la pandemia de la COVID-19 ha sido una coyuntura crítica que transparenta las áreas de oportunidad del multilateralismo y las desigualdades que afronta el Sur Global en pleno siglo XXI.
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El sistema internacional tiene una dependencia a los poderes occidentales; a pesar de los arduos esfuerzos de descolonización. La falta de Estado de derecho y el aumento de medidas autoritarias a expensas de la pandemia son un desafío hacía las democracias y las libertades fundamentales. Conforme el malestar social se propaga, aumenta la elección de líderes populistas que rechazan la integración global, añoran el pasado y rechazan el progreso y desarrollo sustentable.
Hoy la lucha radica en nutrir a la democracia u optar por el autoritarismo populista. En la batalla por el poder la ciudadanía paga las cuentas, mientras los Estados participan en juegos de suma cero. No obstante, la resiliencia de la ciudadanía ucraniana ha sido la mayor resistencia que ha tenido la invasión rusa; no así las sanciones económicas y políticas occidentales. Conforme estalla una guerra fría, caliente o híbrida para redistribuir el orden mundial, han sido más los que rechazan el neo-imperialismo con la buena fe de reconstruir el sistema multilateral.
Ucrania 2022 es un parteaguas para reformar el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y reformular el multilateralismo. Asimismo, el distanciamiento que han tomado líderes autoritarios y aliados históricos a Rusia genera tanto intriga como señales positivas de que el mundo está unido en la protección de la paz. La comunidad internacional se ha solidarizado con Ucrania; ahora, que la solidaridad se replique en el sur Global.
POR YUSSEF NÚÑEZ
INTERNACIONALISTA DE LA FACULTAD DE ESTUDIOS GLOBALES, UNIVERSIDAD ANÁHUAC MÉXICO Y ANALISTA DE POLÍTICA INTERNACIONAL
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