COLUMNA INVITADA

Guerra de estadísticas

Diario, los medios de comunicación y las autoridades nos dan cuenta de un sinfín de estadísticas de las cuales, directa o indirectamente, formamos parte

OPINIÓN

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Juan Luis González Alcántara / Columnista invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Diario, los medios de comunicación y las autoridades nos dan cuenta de un sinfín de estadísticas de las cuales, directa o indirectamente, formamos parte; ya sea por género, edad, identidad, escolaridad, condición social o económica, municipio o estado; invariablemente, nos sentimos incluidos en alguna de ellas.

Somos parte de una guerra de cifras, números y estadísticas, que lejos de pretender informar o resaltar una condición que aqueja a la sociedad, sirven, en la mayoría de los casos, para desinformar y atender los intereses de las personas que las realizan.

De ahí que sea conveniente traer a cuenta ese maravilloso libro de Darrell Huff, publicado en 1954: Cómo mentir con las estadísticas.

Lo primero que nos advierte el autor es que las estadísticas no son todo lo que escuchamos o leemos, porcentajes, relaciones, tendencias o gráficas, y no son siempre lo que aparentan; hay más en las estadísticas de lo que se desprende a simple vista.

El lenguaje secreto de las estadísticas, tan atractivo en una cultura consciente de los hechos, es utilizado para sensibilizar, inflar, confundir y simplificar demasiado los datos que se pretenden transmitir.

Los métodos y términos estadísticos son necesarios para informar los datos masivos, tendencias sociales y económicas, condiciones de negocios y encuestas, pero sin personas que transmitan los datos con honestidad, teniendo en cuenta si a quienes van dirigidos saben su significado, el resultado será una semántica sin sentido.

Es indudable que usualmente se utilizan las estadísticas para representar una visión parcial de un dato o tendencia, no sólo con la finalidad de desinformar o mentir, sino para manipular a las personas en que crean una tendencia o una realidad, a fin de que tengan una perspectiva sesgada o actúen en una forma determinada

Por ello, tal como nos advirtió Huff, hace más de 67 años, debemos de tomar con reservas cualquier estadística, más aún si ella se realiza con un lenguaje complejo que no pueda ser comprendida fácilmente, o bien, cuando sólo pueda ser entendida mediante la explicación de la persona que la realizó.

Una estadística que pretenda reflejar tendencias sociales y económicas debe ser comprendida fácilmente por cualquier persona; de lo contrario, es probable que su mera intención de ser ininteligible sea reflejo de una falta de honestidad de su autor o de quien la hace suya.

POR JUAN LUIS GONZÁLEZ ALCÁNTARA
MINISTRO DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN

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