COLUMNA INVITADA

¿Reinterpretando al Quijote?

Me parece importante redimir un estupendo relato de Jorge Luis Borges intitulado: “Pierre Menard, autor del Quijote”, que aparece en su libro Ficciones

OPINIÓN

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Juan Luis González Alcántara / Columnista invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Todo lo que leamos, no importa el idioma en que haya sido escrito, sea novela, cuento, artículo de opinión o hasta leyes que pretenden regir nuestro comportamiento, siempre conllevará un ejercicio interpretativo de nuestra parte, en el que buscaremos darle sentido a lo leído y que tenga un fin práctico en nuestra vida.

A propósito de ello, me parece importante redimir un estupendo relato de Jorge Luis Borges intitulado: “Pierre Menard, autor del Quijote”, que aparece en su libro Ficciones.

Nos narra la historia de un ficticio novelista, llamado Pierre Menard, y su inconclusa última obra, que versa sobre la reescritura de los capítulos noveno y trigésimo octavo de la primera parte de Don Quijote, y de un fragmento del capítulo vigésimo segundo.

Menard no quería componer otro Quijote, sino El Quijote. Para ello, no hizo una transcripción mecánica del original, ya que no se proponía copiarlo, sino que su idea era producir unas páginas que coincidieran, palabra por palabra, línea por línea, con las de Miguel de Cervantes. El texto de Cervantes y el de Menard son verbalmente idénticos, pero el segundo es casi infinitamente más rico, más ambiguo, pero de ahí su riqueza.

Borges sentencia: Menard, sin intención alguna, ha enriquecido mediante una técnica nueva el arte detenido y rudimentario de la lectura, generando la técnica del anacronismo deliberado y de las atribuciones erróneas.

El relato describe una tarea que pareciera inútil, pues lejos de ser un acto de creación, implica transcribir algo y hacer una réplica de una obra genial con una sola intención: que las palabras con que fue escrita —aunque sean exactamente las mismas — puedan entenderse en un contexto actual y contemporáneo.

La narración de “Pierre Menard, autor del Quijote” deja una lección invaluable en cuanto a la manera en que interpretamos las cosas: la interpretación debe ser un ejercicio continuo y progresivo que sirva para entender un texto, sin importar el tiempo en que fue escrito, en la actualidad; es decir, comprender hoy el por qué se escribió de esa manera en el pasado.

El Derecho no es ni debe ser ajeno a esa visión; cuando se está interpretando una ley, el intérprete, si bien puede tener en cuenta el propósito o finalidad del legislador al emitirla, también debe ver si ésta se ajusta al contexto presente y social donde se aplicará, para lo cual, a las palabras y al texto se les atribuirá un sentido actual.

Un intérprete que sólo aplique una ley tal y como fue visualizada en el pasado, ignorando el presente, estará condenándonos a un anacronismo deliberado, generando atribuciones erróneas y, por supuesto, alejándonos de la sociedad y realidad en que tendrá vigencia.

POR JUAN LUIS GONZÁLEZ ALCÁNTARA
MINISTRO DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN

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