COLUMNA INVITADA

Cumplidor: felicidad a raudales

El desprecio del gobierno de López Obrador por la vida de los ciudadanos es olímpico, pero, hay que reconocerlo, basado en su convicción de que sólo los pobres pueden ser felices

OPINIÓN

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Fernando Herrera / Colaborador/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El desprecio del gobierno de López Obrador por la vida de los ciudadanos es olímpico, pero, hay que reconocerlo, basado en su convicción de que sólo los pobres pueden ser felices, cree estar cumpliendo su palabra de hacer feliz, feliz, feliz a los mexicanos.

El desplome del Metro, las 26 vidas perdidas y los más de 100 heridos son, en el discurso oficial, apenas “un incidente”. Es decir,  algo sin importancia, irrelevante, un “hecho de carácter secundario”.  Nada ni nadie va a impedir la impunidad del canciller Marcelo Ebrard y de la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, ambos protegidos y precandidatos presidenciales del Jefe del Ejecutivo. Más la segunda que el primero. En la lógica oficial, sus carreras políticas son más importantes que la justicia.

No es la primera vez ni será la única. El manifiesto desprecio por la vida de las 26 personas en el Metro es el mismo que aplican a los muertos por la pandemia.

La criminal gestión de la pandemia provocó, oficialmente, cuatro veces más muertos que el “escenario muy catastrófico” previsto por el gobierno y nos colocó en el tercer lugar mundial con más decesos. Los expertos calculan más de medio millón, el segundo lugar. Hay un desprecio total hacia esa tragedia. Las palabras presidenciales lo confirman: López Gatell, dijo, “ se convirtió en nuestro maestro, orientándonos, informándonos. Lo considero un profesional de primer orden, un hombre con conocimiento de su profesión, un destacado médico especialista, un hombre honesto, responsable, un ejemplo de servidor público”.

Si la vida de la gente no les importa, el empobrecimiento de los mexicanos los debe llenar de orgullo, porque el presidente piensa que sólo en la pobreza se puede ser feliz. Y la felicidad de la nación es uno de los objetivos expresos del Plan Nacional de Desarrollo. En este sentido van muy bien. Un estudio de la Universidad Iberoamericana acaba de revelar que cuando la nueva élite llegó al poder había 52 millones de pobres y en marzo pasado eran ya 67 millones en números redondos, unos 15 millones más de mexicanos felices.

Esos mexicanos saben ahora que el presidente hablaba en serio. En el país que construye “no se trata de comer cosas exóticas, extravagantes, caras, ¡no! es recuperar en mucho lo que es la comida tradicional, el arroz, el frijol, el maíz” acompañados con agua de Jamaica.

 "La felicidad –lo ha dicho tantas veces que es innecesario citar fechas y lugares- no es acumular bienes materiales, las alhajas, la troca, ni el lujo barato. La verdadera felicidad es estar bien con uno mismo, estar bien con nuestra conciencia y estar bien con el prójimo, esa es la verdadera felicidad…

“No consumir de manera enfermiza. Si ya tenemos zapatos ¿Para qué más? Si ya se tiene la ropa indispensable, sólo eso. Si se puede tener un vehículo modesto para el traslado ¿Por qué el lujo?”.

¿A poco no está cumpliendo? Más pobres, más gente feliz. Así es este gobierno.

POR FERNANDO HERRERA ÁVILA
VOCERO DEL PAN
@FHERRERAAVILA

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