TENDENCIAS

Conoce al hombre que se convirtió en el “Charrito” de Pemex

El sujeto se convirtió en la ‘mascota’ de la empresa considerada palanca del desarrollo nacional luego de la expropiación petrolera

TENDENCIAS

·
La imagen corporativa de Pemex desde los años 40 hasta 1976 Foto: Instagram

En marzo de 1938 el gobierno del General Lázaro Cárdenas consiguió uno de los mayores logros no sólo de su gobierno sino de la historia mexicana, por desgracia, ese logró se terminó en 2013 con la entrada en vigor de la Reforma Energética, pero ese es otro tema.

En ese año se consiguió la expropiación petrolera, una dura batalla que se libró contras las grandes empresas internacionales que mantenían el control del mercado energético mexicano, eso se terminó aquel 18 de marzo del 38.

Tiempo después y luego de la victoria legal del gobierno mexicano (más no económica) para retomar el sector energético, se puso en marcha un ambicioso programa para encumbrar a la nueva empresa paraestatal encargada de velar por los intereses del pueblo y el gobierno en el sector, nos referimos desde luego a Pemex.

En ese contexto apareció un personaje que se convirtió en la imagen institucional de la empresa, en aquel tiempo causaba risa por su aspecto físico, (ahora no debería suceder lo mismo), sin embargo, el hombre nacido en Salamanca, Guanajuato se convirtió en la ‘mascota humana’ de la empresa, además de la imagen institucional y fue bautizado con el sobre nombre de “El Charrito de Pemex”.

Álvaro Sánchez Otelo, un hombre con las piernas arqueadas se hizo famoso por aparecer (o al menos eso se cree)  en los contenedores de uno de sus productos estrella de aquel entonces, el queroseno, combustible que se utilizaba en las estufas y quinqués de la época, a ciencia cierta no se sabe si primero apareció la imagen corporativa o si se inspiraron en Sánchez Otelo o si el propio guanajuatense aprovechó ese parecido para caracterizarse como el “Charrito de Pemex”.

De acuerdo con algunos detalles vagos sobre la historia del personaje, se menciona que trabajaba para la paraestatal y que recibía un sueldo, ese dato no está confirmado, sin embargo, si se le veía promocionando los productos en los que aparecía la imagen de un hombre ataviado como charro y con las piernas arqueadas, por esa razón se hizo famoso por algún tiempo.

El charrito se apagó en total soledad

Su fama proliferó en la medida en la que los contenedores de queroseno viajaban por el país, y salían justo de la nueva refinería construida e inaugurada en el sitio en el que nació o al menos eso se sabe, la refinería de Salamanca, que junto con Azcapotzalco, Tampico, Poza Rica y Minatitlán formaban (y continúan formando, con excepción de Azcapotzalco) la red de distribución de hidrocarburos de la empresa.

La imagen de Álvaro también sirvió para denigrarlo, sin saberlo y con la masificación de la imagen publicitaria del producto, los pobladores comenzaron a ridiculizar a otras personas que tenían un físico parecido e identificarlos como “charritos Pemex” por el arqueo de las piernas, algo común en aquella época, pero deleznable en la actualidad.

Con el paso del tiempo, el oriundo de Guanajuato se fue perdiendo esporádicamente, primero por el desuso de los productos en los que aparecía, (el queroseno poco a poco fue sustituido por el gas), por lo que Álvaro fue desapareciendo de la escena pública (misma que lo había acogido muy favorablemente) y le cedió su lugar a…un caracol en 1976. 

Lo último que se rumoró sobre él fue que deambulaba por las calles del centro de la ciudad de México, en total mendicidad, su última foto data de 1987 y de acuerdo con los últimos datos que se tienen, perdió la vida en completa soledad a inicios de los 90.