CÚPULA

Puebla, legado milenario

A lo largo del tiempo, la ciudad ha vivido diferentes etapas. Desde sus orígenes, se erigió como un lugar para la cultura, el arte y la memoria

TENDENCIAS

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MONUMENTO. Ciudad de Puebla, 2018. Foto: Otro creyente. Wikimedia Commons.Créditos: Foto: Otro creyente. Wikimedia Commons.

Puebla de los Ángeles, la primera ciudad española edificada dentro del territorio conocido como Cuetlaxcoapan, aquella que surgiera a partir de un sueño, de un asentamiento rodeado y custodiado por lugares milenarios originados desde antes de la llegada de los nuevos pobladores.

PUEBLA ANTES DE 1531

El gran desarrollo urbano del territorio era basto y organizado, los nuevos pobladores entendieron cuando se funda una ciudad; muchos pueblos eran de la periferia de estos lugares, entre ellos, la ciudad de Tlaxcala, Huejotzingo, Calpan, Tepeaca, y Cholula, grupos con una estructura bien formada con dominio de los elementos naturales, de la piedra, el adobe, barro cocido, argamasa, uso de la madera, entre otros, esto generaba experiencia para cualquier tipo de asentamiento, propiciando así la creación de nuevos lugares.

Otro factor, que subsiste hasta la actualidad, es la buena comunicación entre los pueblos originarios vecinos como San Gerónimo Caleras, San Francisco Totimehuacán, Xonaca, Xanenetla, Canoa, Xochimehuacan y otros, lo que debió haber sido muy interesante en el cabildeo, posiblemente de los frailes y los señores del lugar, ya que en el sitio abundaba el agua con arroyos y manantiales, había canteras, pedreras, buenos pastos para el cultivo, bosques y montañas. Por eso estaban ahí: el lugar contaba con tierra seca y cálida para hacer argamasas con las que se podían fabricar adobes, ladrillos, tejas y tapias, lo que facilitó la construcción de la nueva ciudad.

Gracias al conocimiento de los códices, legado importantísimo para el conocimiento de nuestro origen, podemos asegurar que el espacio sigue siendo el mismo en su uso, sólo cambian los actores, pero siguen ahí el comercio, la agricultura y la distribución urbana.

PASADO. Antiguo Parián, ciudad de Puebla, ca. 1945. Hoy Barrio del artista. Cortesía: Secretaría de Cultura de Puebla.

LA PUEBLA DEL SIGLO XVI

El año 1532 se marca como fecha de origen de la ciudad que ahora conocemos, la alineada en orden, la de Domus y Decumenus, la bien trazada, la de las calles paralelas y la de luz y sombra; en sí, el propio cabildo ya estaba compuesto y además ya se habían marcado o determinado por el mismo las ordenanzas autorizadas por la corona española y la Real Audiencia con sus leyes de indias, era lógico que dentro de la conservación, lo que se había inundado, lo que se había tapado en las orillas del río, en el lado del Huitzilapan, ahí quedaría, como una memoria escondida de su primera fundación, pero el nuevo lugar, la segunda fundación, conjugaba una mayor facilidad para la llegada de los materiales, el terreno era amplio, por lo tanto, se podía delinear en formas precisas. Fray Toribio de Benavente nos narra que había unas buenas montañas, que había excelentes pinares y encinales, que estaba en un lugar donde esos cerros evitarían las molestias de los vientos y sería fácil para acarrear materiales como la cantera gris de Xanenetla y Xonaca, que, combinado con la fabricación de adobes y ladrillos, empezaban a formar la historia de la arquitectura de la ciudad.

LA PUEBLA DEL SIGLO XVII

Este siglo fue uno de los momentos más críticos para el intento de conceptualizar una ciudad. Las ordenanzas por parte del cabildo fueron fundamentales, fueron muy exigentes en torno al crecimiento, en esta época la estrategia era que Puebla fuera una de las mejores ciudades de la Nueva España y del reino español. La ciudad contaba con una desviación de 19 grados para determinar los asoleamientos y la protección de vientos, dando sanidad a sus pobladores. Debían mantenerse limpios los ríos y respetar los cerros y barrancas, controlando la vendimia y costos de los materiales de construcción, cuidando las tierras fértiles para el cultivo y el uso del ganado.

LA PUEBLA DEL SIGLO XVIII

El siglo XVIII en Puebla, podemos decir que fue la época de oro. Su ordenanza era un factor de respeto para inversionistas que llegaban a habitarla, la tipología en la zona implementaba el famoso barroco poblano y el churrigueresco, se integró el estuco y los recubrimientos de ladrillo y azulejo, el enlajado y las balaustradas que se combinaron con la forma de ser del poblano, del vestido, la comida, la música, el arte y las tradiciones. Puebla fue el gran centro de tocinerías, panaderías y de servicios de mercado. Se dieron grandes diseños en la arquitectura, proezas de ingeniería y se establecieron las mejores bibliotecas como la Palafoxiana o Lafragua. El teatro estaba en su apogeo, tanto el Principal como el de los anexos al Palacio Municipal; había plaza de toros, parques, baños públicos, hoteles de lujo y además, en el sistema de movilidad, empezaba a haber transportes de gran confort, todo combinado con el ropaje y el gran comercio. Esto reflejaba el estilo de vida poblana. La ciudad había ordenado su espacio para la vida futura, sus planes de crecimiento quedaban delimitados por terrenos que se usaban para cultivo, la ciudad era autosuficiente.

TESORO. Catedral de Puebla de los Ángeles, imagen antigua, s/f. Cortesía: Secretaría de Cultura de Puebla.

DE LO VIRREINAL A LA TRANSFORMACIÓN  DEL SIGLO XIX

En esta etapa de la Puebla consolidada existieron expresiones como la pintura, la escultura y las artes, que, aunadas al carácter religioso, se vieron como un fenómeno que define el espacio, pero que al final puede haber lagunas en la interpretación. De la forma en la arquitectura civil, la gran variedad de conventos de hombres y mujeres, las capillas, los santuarios y parroquias determinaron los espacios que habitaba la sociedad, así como los hospitales, el colegio, la alhóndiga, configuraban la estructura y el control de sus edificaciones. Esto dio fama y prestigio a cada espacio que observábamos de la ciudad en sus primeros 300 años.

A pesar de que la sociedad se transformó, no se quería perder el concepto del pasado, pero el nuevo siglo fue de cambios, el siglo de las luces, de las tecnologías, en Puebla Manzo regresa y plantea nuevas ideas; el neoclásico marca el fin del barroco, los gremios y las fuerzas sociales de trabajo entran en lucha. El acero, el vidrio, las tecnologías del mundo marcan una nueva etapa en la forma de vida. Los cabildos determinan las nuevas leyes y reglas en la recomposición de espacios.

Este siglo de revoluciones y de luchas mantenía la forma de los proyectos, nuevas estructuras en el uso del espacio, como, por ejemplo, el mercado La Victoria, que integraba las huertas de Santo Domingo y que conjuga las nuevas estructuras en su sistema constructivo, integrando los modelos de la arquitectura italiana, francesa y alemana. Al final, los revolucionarios le dan uso. Lo mismo pasa en San Agustín, donde la mitad del territorio del convento es demolido y usado para la movilidad de la ciudad, dando continuidad a la calle denominada Del costado de San Agustín y así acceder al ahora Paseo Bravo. Puebla, entre 1840 y 1850, soportó la invasión norteamericana y posteriormente la francesa, que en el año 1863 termina con monumentos virreinales al bombardear la ciudad.

LA PUEBLA DEL SIGLO XX

El siglo XX toma un papel preponderante y determinante en la época del gobierno de Porfirio Díaz, independientemente de los cambios sociales posteriores se empezaron a dictar leyes para la protección del patrimonio histórico y arqueológico de México. No obstante, cambian las políticas en la investigación y la importancia de redefinir el patrimonio histórico. El sistema mexicano va determinando sus cartas magnas de la forma y función con articulados hasta llegar a la Constitución Política Mexicana, con la necesidad de delimitar los monumentos históricos, arqueológicos y ahora hasta paleontológicos, y así salvaguardar el patrimonio artístico y cultural.

LA PUEBLA DEL FUTURO

En el siglo XXI, el futuro de Puebla es un reto, es de audacia, de entendimiento. Es el cumplimiento de un sueño en la construcción de una de las ciudades modernas. El siglo XX nos dejó mucho en la legislación, pero en el siglo XXI lo estamos acotando: el pasado y el presente son primordiales para no dejar morir nuestra historia, para hacer una fortaleza de orgullo, de entendimiento de la vida pasada para la vida futura. Tenemos todo: normas, reglamentos, estudios, análisis, inventarios, políticas, especialistas, mano de obra. Esta es nuestra ciudad, este es nuestro patrimonio: mantengámoslo para la vida futura.

Por Sergio Arturo de la Luz Vergara Berdejo