MEXICANOS PRIMERO

¿Qué dicen las plataformas electorales sobre el modelo educativo y el aprendizaje?

Sin embargo, toca a la ciudadanía responder a esta comunicación efectista con brochazos de realidad, pues en las democracias maduras la agenda de gobierno se va construyendo con antelación al día de las votaciones

OPINIÓN

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Antonio Villalpando Acuña / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Los mensajes sobre la educación de las candidatas y el candidato a la presidencia del México se han caracterizado, hasta el momento, por su alto nivel de coincidencias. Los tres están a favor de las becas, de la gratuidad de la educación, del fortalecimiento de las ciencias y la tecnología, de mejorar las condiciones del magisterio –lo que incluye el acceso a formación continua—, así como de promover acciones por la salud mental y para prevenir adicciones.

Ese nivel de generalidad es, claramente, una táctica para mantener el interés de la ciudadanía en tiempos electorales: nadie que pretenda ganar votos en este país va a expresarse en contra de las becas, de que el magisterio reciba más apoyo o de que se mantenga la gratuidad. Sin embargo, toca a la ciudadanía responder a esta comunicación efectista con brochazos de realidad, pues en las democracias maduras la agenda de gobierno se va construyendo con antelación al día de las votaciones.

En Mexicanos Primero hemos estado recabando algunas opiniones sobre el sistema y la política educativos con la finalidad de resaltar las preocupaciones de padres y madres de familia, docentes, estudiantes y personal administrativo de las escuelas públicas en esta época de definiciones. En las semanas por venir liberaremos algunos de estos diálogos como lo hicimos con la publicación Menstruar en la escuela, pero hoy aprovechamos esta columna para señalar con claridad que la oferta educativa que hasta ahora han presentado las candidatas y el candidato a la presidencia en sus plataformas electorales está omitiendo tres cosas fundamentales:

Uno. Que lo básico no está resuelto. Que haya más de 56 mil escuelas sin agua y más de 26 mil sin luz debe ser parte de una lista de problemas prioritarios que las candidatas y el candidato deben comprometerse a resolver. Cada elección y cada administración surgen propuestas que intentan poner a México en el presente o en el futuro, pero el tiempo pasa y lo básico sigue desatendido.

Dos. Que el centro del sistema educativo nacional (SEN) debe ser el aprendizaje. Parece una obviedad, pero el aprendizaje está olvidado en las plataformas electorales. Los resultados de PISA siguen en caída, a lo que se responde con el flaco argumento de que todo es culpa de la pandemia (cuando la caída en los resultados viene desde 2009) y con propuestas que parecen más evasivas que respuestas, como saldar con educación superior lo que no se logra con la básica. Todo país que hoy vive con prosperidad y buena calidad de vida se asegura de que la educación básica deje a las y los jóvenes en una situación que les permita tomar decisiones, resolver problemas y tener alternativas para sostenerse y procurarse bienestar. De nada le sirve a nadie, especialmente a las y los estudiantes, recibir títulos regalados o contar con una amplísima oferta de carreras STEM (de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas por sus siglas en inglés) si dos de cada tres no pueden resolver un problema de la vida diaria con una regla de tres. Es de sentido común.

Tres. Que la equidad exige focalización. Las becas están bien, las becas son útiles. Pero las becas no resuelven la pobreza de aprendizaje de las comunidades indígenas –que, según Eduardo Backhoff, pueden experimentar un rezago de hasta seis años en comparación con comunidades afluentes de las ciudades—, ni resuelven la brecha de género en el sistema educativo. Se requieren propuestas específicas y coherentes con estas realidades.

En resumen: en las plataformas electorales no hay un modelo de sistema educativo, es decir, una hoja de ruta para garantizar lo básico, remediar la pérdida de aprendizajes y responder a la creciente complejidad de un país muy inequitativo.

Aún hay tiempo para cambiar el rumbo. Ojalá que las candidatas y el candidato pasen del soundbite a ofrecer respuestas concretas a estas tres prioridades, pues de ello depende que el SEN ofrezca educación de calidad con equidad.

POR ANTONIO VILLALPANDO-ACUÑA

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