PASIÓN POR CORRER

Lugares que amamos

Lo cierto es que nunca será igual correr por lugares que uno desconoce que por una ciudad en la cual se tienen tantos recuerdos

OPINIÓN

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Rossana Ayala / Pasión por Correr / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Hay ciudades que nos marcan. Donde vivimos, donde hemos vivido o las que hemos visitado. Ciudades que uno no elige, que nos eligen a nosotros. Guadalajara ha dejado una profunda impresión en mi corazón desde mi infancia: fue la primera gran ciudad que conocí; la tierra de mi abuelo y que muchos años después reconocí y recorrí en innumerables viajes familiares, vacaciones y navidades con mi esposo y mis hijos. Correr el pasado domingo su 21K fue un acto de amor mutuo, un espectáculo para la vista y un paseo por lugares que me evocaron muchas memorias.  

La cita fue a las 6:30 de la mañana, frente a los Arcos de Vallarta. Cerca de 21 mil corredores estábamos listos para arrancar y para hacer de esta carrera el evento atlético más importante de la ciudad: Lograr un récord de participantes que lo consolidarían como el segundo medio maratón más grande de México y la confianza de recibir, oficialmente, la etiqueta platino por parte de la World Athletics que lo certifica como uno de los mejores 21K en el mundo.

Ahí estuvimos puntuales, a las 6:30 de la mañana frente a los Arcos de Vallarta, no solo para correr y disfrutar  de la ciudad, también para entender qué significa y qué nos aporta a nosotros los amateurs, los simples mortales, el que una carrera sea etiqueta oro o platino, más allá de los reglamentos, los premios y el nivel competitivo de los atletas elite.  

El hecho es que la participación esperada se cumplió con precisión, además de la excelente organización en el abastecimiento de los puestos de hidratación. La ruta –aunque no fue del todo sencilla–, fue hermosa en buena parte, como en la avenida Chapalita con sus grandes árboles y casas con jardines delanteros bien cuidados o la Avenida de las Rosas, aún con rosas, y que se dice que en los años 60 llegó a tener hasta un millón de rosales.

Algo que descubrí por casualidad, y me pareció una brillante idea fue el podcast “Sobrevivientes somos todos”, escrito y narrado por el corredor y empresario Jorge Cuevas, autor de 11 libros, entre ellos “MARATÓN” (corredor o no el enemigo está en tu cabeza). El episodio fue grabado para acompañar a los corredores durante los 21 kilómetros, en una experiencia inmersiva, en el que al ritmo de tu carrera, Jorge da consejos, narra su historia y menciona los monumentos y lugares emblemáticos del recorrido. Como una especie de liebre o placer muy agradable en tus oídos.   

Pero como en todo, siempre hay un granito oscuro en el arroz. Al final de la carrera, el caos y el descontrol surgió en la entrega de medallas: Hubo de todo, empujones, gritos, desorganización, a algunos corredores nos pusieron un marca con un pluma en el número al recibir la medalla, a otros les pasaron un escanner, hubo a quienes ninguno de los dos. No había un orden y en lugar de recibir felicitaciones de los voluntarios, como sucede en las carreras de cierto nivel, en este caso recibimos desconfianza y hasta malos tratos.

Lo cierto es que nunca será igual correr por lugares que uno desconoce que por una ciudad en la cual se tienen tantos recuerdos, y aunque uno pueda amar y a la vez reconocer los problemas del objeto de nuestro afecto –como la violencia y la inseguridad en la que vivimos– lo importante y la finalidad de ese cariño, es velar, cuidar, defender y luchar por lo que amamos, por el bien nuestro y de los demás.

POR ROSSANA AYALA

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