Aunque desde el pasado 19 de julio inició el periodo vacacional para los más de 24 millones de estudiantes (SEP, 2023), es importante seguir hablando de lo que pasa en las casi 233 mil escuelas públicas del país para impulsar su mejora en el siguiente ciclo. Por eso, a propósito del fin del periodo escolar y del Día Naranja que se conmemora cada mes, el cual busca erradicar la violencia contra las niñas y mujeres en el mundo, resulta interesante reflexionar sobre la importancia de contar con datos e información sobre los casos de violencia de género en las escuelas.
Un ejercicio muy valioso de recopilación de datos respecto a estimaciones de violencia contra niñas y mujeres en ámbitos escolarizados es el que coordina el INEGI a través de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) que expone entre otras cosas, los tipos de violencia más recurrentes en ámbitos escolarizados y señala en su última edición en 2021 que la violencia psicológica representa un 46.2%, la sexual un 39.8% y la física un 13.9% y; las personas agresoras más mencionadas fueron sus compañeros de escuela en el 46.2% de los casos y en 16.6% el propio maestro. Los resultados de esta encuesta permiten visualizar un panorama de la violencia en las escuelas; sin embargo, es necesario ampliar la información no sólo cuantitativa (que habla de números) sino cualitativa (conocer los contextos y casos específicos) y contemplar los múltiples sucesos de acoso escolar o bullying, de abusos sexuales y de otros tipos de los que conocemos de manera parcial e incompleta, muchas veces por medios no oficiales como las redes sociales.
Existe un Protocolo de Coordinación Institucional para la Protección de Niñas, Niños y Adolescentes contra toda forma de violencia que fue creado hace dos años por el Gobierno de México retomado en un documento muy aterrizado a la escuela que se llama Entornos Escolares Seguros en el que trabajó la SEP, el cual expone elementos a considerar para el mecanismo de detección, atención, canalización y denuncia en casos de violencia. Considera también propuestas de intervención territorial que puntualizan una acción clave: se requiere la participación de los tres órdenes de gobierno para que los centros educativos se fortalezcan como entornos seguros; sin embargo, para dichas intervenciones es necesario realizar diagnósticos de los centros educativos, recopilar información desagregada sobre los incidentes de violencia en las escuelas y documentar los casos con criterios suficientes para asegurar que no existe negligencia institucional en su atención, así como desarrollar indicadores de resultado e impacto para evaluar las estrategias orientadas a la construcción de un espacio seguro en el ámbito escolar; acciones clave para garantizar el bienestar de las niñas y mujeres, para que vivan en un ambiente seguro y favorable para su desarrollo pleno y saludable.
Es decir que, desde Mexicanos Primero, hacemos un llamado para seguir generando y facilitar información sobre la violencia que padecen las niñas y mujeres en escuelas, ya que esto es necesario para una comprensión más profunda de los desafíos, la eficacia de las intervenciones y una implementación más efectiva y basada en resultados.
Una mayor conciencia y conocimiento pueden transformar la cultura escolar hacia una escuela más segura, respetuosa e igualitaria donde niñas y mujeres puedan desarrollarse plenamente sin temor a ser víctimas de violencia de género. Para actuar hay que reconocer y para reconocer hay que tener datos.
POR MARÍA DE LOURDES PAZ REYES
INVESTIGADORA EN MEXICANOS PRIMERO
@LUZMARTL
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