COLUMNA INVITADA

¡Yes, Minister!

La imagen más adecuada la podemos encontrar en la comedia satírica inglesa “Yes, Minister” y en su secuela “Yes, Prime Minister”.

OPINIÓN

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Juan Luis González Alcántara / Columnista invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La ficción suele desdibujar a la realidad, pero esta última la rebasa.

Cuando pienso en las intrincadas relaciones que pueden existir entre una burocracia permanente y la dirigencia política, por lo menos desde el parlamentarismo, la imagen más adecuada la podemos encontrar en la comedia satírica inglesa “Yes, Minister” y en su secuela “Yes, Prime Minister”.

Este programa televisivo creado en los años 80 por el escritor inglés Antony Jay, y por el director y guionista, Jonathan Lynn, nos presenta esa tensión dialéctica que existe entre la visión de los que son miembros de la carrera profesional y los que ingresan por la vía política.

Estos dos polos son contrapesos, pero a la vez son complemento para la creación de políticas públicas equilibradas y precisas.

La serie nos recrea los claroscuros de este cuerpo profesional y su relación con los agentes políticos, pero a pesar de eso, el servicio civil de carrera inglés es reconocido por su eficacia y precisión como uno de los mejores en el mundo.

Las críticas del programa televisivo, encerradas en un humor preciso e ingenioso, deben entenderse como un anhelo al mejoramiento de la función pública.

Que la meritocracia base del profesionalismo sea el motor del cambio y no sea visto como un obstáculo para los derechos y libertades de los ciudadanos.

Basta recordar lo que decía Jim Hacker, protagonista de esta serie:

"[…] la libertad del pueblo británico vale más que la vida de unos cuantos ministros. La libertad es indivisible. Los ministros son reemplazables. Un hombre en la vida pública debe esperar ser objeto de críticas. El deber de un ministro es no cotizar su propia vida. Debe ser capaz de ponerse de pie y decir: aquí estoy […]".

La importancia del servicio civil de carrera no sólo se limita a darle estabilidad laboral a los funcionarios del Estado, sino que debe comprenderse como un elemento central de la continuidad y eficacia de las acciones del Estado en beneficio de la ciudadanía.

Es por eso que cuando se piensa en el “derecho a una buena administración pública”, uno debe enfocarse en uno de sus principales ingredientes: “el servicio civil de carrera”.

Esa es la intención que se encuentra detrás del artículo 60 de la Constitución Política de la Ciudad de México. Ejemplo de visión constitucional. Guía por seguir, y principio a concretar.

Cuando más fuerte sea nuestro servicio profesional en el ámbito burocrático, más fortalecido se verá nuestro Estado. Y más garantías para la libertad y certeza para nuestros ciudadanos.

POR JUAN LUIS GONZÁLEZ ALCÁNTARA

MINISTRO DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN

dza