COLUMNA INVITADA

La necesidad del regreso a clases

El cierre de las escuelas, además, exacerba las desigualdades. Pese a todas sus deficiencias, la escuela pública ha sido históricamente un gran nivelador social en México

OPINIÓN

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Guillermo Lerdo de Tejada / Columna Editorial / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Junto a la salud y la economía, la gran tragedia que ha dejado la pandemia por COVID19 ha sido la educativa. Los especialistas calculan que el costo equivaldrá a varias décadas de rezago, porque cientos de miles de alumnos abandonaron definitivamente su educación, y millones más, que han perdido ya casi dos años de clases presenciales, no están recibiendo los conocimientos necesarios mediante los esquemas de clases por televisión y otras plataformas electrónicas, que no alcanzan a sustituir la instrucción en las aulas. 

El cierre de las escuelas, además, exacerba las desigualdades. Pese a todas sus deficiencias, la escuela pública ha sido históricamente un gran nivelador social en México; pero con la pandemia, los estudiantes de los hogares más pobres han quedado en mayor desventaja respecto a quienes tienen la posibilidad de acceder a educación, tutorías o clases remediales privadas. 

Más allá del componente estrictamente educativo, el cierre de las escuelas ha cancelado el importante proceso de socialización que supone la convivencia presencial, sobre todo en edades tempranas: los juegos; la formación de las primeras amistades; la interacción más allá del circulo familiar; en fin, el desarrollo de habilidades cívicas, sociales e interpersonales. Finalmente, la suspensión de actividades ha significado que los padres deban añadir a su trabajo la ardua labor de ser maestros y atender por horas extras a sus hijos, una responsabilidad que en gran medida ha recaído en las mujeres. 

El regreso a clases presenciales es una prioridad estratégica para México. Sin embargo, la respuesta del gobierno ha sido errática en todos los frentes: de entrada, a lo largo de la pandemia la infraestructura y el mobiliario de miles de escuelas se ha deteriorado (a veces al punto de hacerlas inviables), sin que haya un plan de recuperación. 

Asimismo, no hay una estrategia específica de vacunación para atender al personal educativo, más allá de caprichos aislados y con criterios más bien electorales, como sucedió en Campeche; por lo mismo, los calendarios para la vuelta a las aulas no han sido realistas, se han modificado y en última instancia la decisión se ha dejado al criterio de los padres, creando un verdadero galimatías. 

Esto se suma a la confusión sobre cómo evaluar a los estudiantes y saber quiénes deben repetir el año. Las autoridades han propuesto que a todos se les apruebe “de panzazo” (con 6), aún si es evidente que no adquirieron las habilidades y conocimientos que les garanticen éxito en el largo plazo. Por si fuera poco, están surgiendo nuevas variantes de COVID19, más peligrosas, y esto exige una planeación mucho más cuidadosa. 

Un proceso tan delicado como el retorno seguro a las escuelas no puede realizarse a partir de decisiones al vapor. Desde la sociedad, las organizaciones de padres de familia y las propias comunidades escolares, es importante que alcemos la voz para evitar que se ponga en riesgo a millones estudiantes. No permitamos que la premura y la negligencia de unos cuantos termine afectando la vida y salud de las niñas, niños y adolescentes de nuestro país.

POR GUILLERMO LERDO DE TEJADA SERVITJE
DIPUTADO CIUDADANO EN EL CONGRESO DE LA CIUDAD DE MÉXICO
@GUILLERMOLERDO

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