PANORAMA INTERNACIONAL ANÁHUAC

El ruido en los océanos

En la década de 1980, comenzaron los primeros estudios sobre el impacto de las navegaciones y la actividad humana en las especies. Debajo del océano, la vida marina desarrolla la audición para buscar alimentos y reproducirse

OPINIÓN

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Ana Gabriela González Alcalá / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

El pasado 8 de junio se celebró el Día Mundial de los Océanos, una fecha que se conmemora desde 2009 en virtud de la resolución 63/111 de 2008 de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas. Sin embargo, para muchos es una fecha que lamentablemente pasa desapercibida.

Los océanos son parte fundamental para la vida en el planeta. No sólo son los pulmones y purificadores del aire de la Tierra, además mantienen una biodiversidad marina vital para la humanidad. Una de las principales y poco conocidas amenazas que enfrenta la vida marina es la contaminación acústica, un enemigo invisible que afecta la comunicación de las especies, principalmente la de los cetáceos. 

La navegación marítima ha acompañado al hombre desde muchos siglos atrás. Sin embargo, con la Revolución Industrial, los navíos aumentaron su tamaño, rutas de comercialización y tecnología, generando así mayor ruido. Alrededor de la década de 1980, comenzaron los primeros estudios sobre el impacto de las navegaciones y la actividad humana en las especies marinas. Debajo del océano, la vida marina desarrolla la audición para buscar alimentos, reproducirse y sobrevivir. En el agua, los sonidos se propagan con mayor facilidad, lo que permite, especialmente, a los mamíferos marinos, detectar posibles amenazas a distancia. 

De acuerdo con el documental de David Attenborough El año en el que el mundo cambió, la pandemia que inició a finales de 2019, ocasionó un descenso significativo en el tráfico marítimo en las aguas internacionales. La disminución del comercio y el paro absoluto de los barcos turísticos y cruceros ayudó a que las ballenas que viajan a la costa de Alaska para tener a sus crías pudieran llevar a cabo un mejor ritual y pudieran cazar con la tranquilidad de poder escuchar a sus crías en caso de una amenaza. Biólogos marinos de la zona concluyeron que durante 2020 la comunicación entre los cetáceos incrementó de gran manera, permitiendo el desarrollo y mayor supervivencia de las crías, en comparación con años previos.

Desde 1851, cuando  Herman Melville escribió su obra maestra Moby Dick, los grandes mamíferos del mundo han sido cazados. A pesar de esfuerzos y regulaciones internacionales, las ballenas siguen desapareciendo a cantidades alarmantes, ya sea por la caza (legal o ilegal), la contaminación de plástico en el océano y la amenaza menos conocida, la contaminación acústica. 

Lo anterior nos deja una lección muy importante. La actividad humana tiene graves consecuencias en los ecosistemas y la biodiversidad de la Tierra. Pequeños cambios, como el ajustar las rutas marítimas y suspender la actividad de barcos turísticos en ciertos periodos del año, pueden mejorar la calidad de la vida marina y aumentar los índices de reproducción de las especies. Aprovechemos este regreso a la "nueva normalidad" para tener una "mejor normalidad", que implique una concientización de las acciones humanas, cambios que ayuden a la preservación de las especies y sus ecosistemas. No dejemos fuera los aprendizajes que trajo la pandemia y pongámonos a trabajar. 

POR ANA GABRIELA GONZÁLEZ ALCALÁ
COORDINADORA ACADÉMICA  DE LA FACULTAD DE ESTUDIOS GLOBALES, UNIVERSIDAD ANÁHUAC MÉXICO

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