FUERA DE TONO

La sucesión en el Banco de México

Una vez más vemos una de las consecuencias de un estilo de comunicar donde la espontaneidad le gana a la prudencia.

OPINIÓN

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Hernán Gómez Bruera / Fuera de Tono / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Es perfectamente normal que el presidente no apoye la sucesión del actual gobernador del Banco de México que, pese a su buena reputación y confianza entre el sector financiero, tiene la marca de haber sido propuesto por Peña Nieto. La suerte de Alejandro Díaz de León en el Banco de México está echada desde la elección de 2018, como lo está la de otros titulares de organismos autónomos que llegaron con administraciones anteriores.

La verdadera duda es quién será el sucesor de Arturo Herrera en Hacienda a partir de diciembre, cuando muy posiblemente este último pase a dirigir los destinos del banco.

Lo que resulta difícil explicar es que el presidente de la República no haya querido o podido ejercer la contención verbal, cuando el viernes se le preguntó por la sucesión, y en lugar de evadir la respuesta prefirió adelantar, de forma por demás anticipada, una decisión que debía esperar el momento adecuado.

Menos entendible aún es que ayer por la mañana AMLO haya salido a golpear y acusar a la ligera a Díaz de León con el argumento –que este mismo ya había contestado y aclarado en agosto de 2020— de haber supuestamente aprobado créditos para Fertinal. Como lo señaló entonces el propio gobernador, cuando esto ocurrió él todavía no era director de Bancomext.

Algunas voces con conocimiento del tema creen que este embate contra Díaz de León tiene que ver con el enojo del presidente frente a varios órganos autónomos y algunas de sus decisiones más recientes.

No es casual que en días recientes Ricardo Monreal y Martí Batres hayan coincidido públicamente en su crítica a estos organismos, el primero al acusar una “rebelión” contra el presidente, el segundo al señalar que la oposición pretende seguir gobernando a través de ellos. Probablemente esa sea la narrativa que circule en el entorno presidencial y Díaz de León sea un daño colateral.

En cualquier caso, no solo es injusto acusar así a un funcionario, sino que tampoco resulta edificante para la propia agenda presidencial. Hasta ahora, AMLO ha logrado convencer a los mercados acerca de su compromiso con la autonomía del Banco de México y con el mantenimiento de la política actual monetaria. Esos elementos, nos guste o no, son clave para mantener la estabilidad económica del país y, con ello, la propia gobernabilidad.

Atacar a la autoridad del banco central podría poner en duda ese compromiso ante una serie de actores económicos con suficiente poder para que sus decisiones tengan consecuencias. De cara a la elección, difícilmente le aporta nuevos apoyos, y en cambio puede retirárselos entre cierta clase media.

Es un hecho que la disciplina fiscal y monetaria le importan a este presidente y le importan mucho. ¿Por qué entonces jugar con temas tan delicados?

Una vez más vemos una de las consecuencias de la forma en que se llevan a cabo las mañaneras y de un estilo de comunicar donde la espontaneidad le gana a la prudencia. Incluso de la falta de una estrategia de comunicación orientada a mandar los mensajes correctos en el momento necesario.

Las consecuencias, incluso de un estilo de gobernar que no logra diferenciar entre los conflictos necesarios –que ciertamente los hay—de los innecesarios o inexplicables que solo generan ruido y enrarecen innecesariamente el ambiente político.

POR HERNÁN GÓMEZ BRUERA
HERNANFGB@GMAIL.COM
@HERNANGOMEZB

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