FUERA DE TONO

La importancia de pedir perdón

Las recientes disculpas de este gobierno son parte de una postura tendiente a reconocer el racismo pasado y presente que se vive en nuestra sociedad

OPINIÓN

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Hernán Gómez Bruera / Fuera de Tono / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El Presidente de la República emitió este mes dos sonados pedidos de disculpas. A principios de mes lo hizo con el pueblo maya, por la Guerra de Castas en la que perdieron la vida más de 250 mil indígenas de 1847 hasta 1901.

El lunes lo hizo ante el pueblo chino y la comunidad china en México, en un acto revestido de un profundo significado, en el cual rememoró un hecho convenientemente ignorado en nuestra historia oficial –donde siempre hemos sido víctimas, pero nunca victimarios-- como fue el genocidio chino.

En muchas otras ocasiones este gobierno ha recurrido a un gran número de pedidos de disculpa, tanto frente a sucesos remotos como cercanos. Lo hizo con la periodista Lydia Cacho, por su detención arbitraria y tortura en 2005; con las víctimas de la Guerra sucia durante los años setenta; con los estudiantes del Tec de Monterrey, asesinatos por efectivos del Ejército en el sexenio de Calderón, con las víctimas de la masacre de Allende en 2011 y de Acteal en 1997. También con los normalistas desaparecidos en Iguala en 2014.

Aunque algunos críticos acusen al presidente de estar obsesionado con el pasado y crean inútil pedir disculpas (o reclamar que se pidan, como ocurre con los españoles), siempre vale la pena recordar, como lo hizo William Faulkner, que el pasado no existe. Ni siquiera es pasado.

En el ámbito de los derechos humanos, la disculpa se configura como un mecanismo reparador, que busca reconciliar a la víctima con su victimario y se considera útil para reconstruir la confianza mutua, al ser una vía insustituible para que las primeras puedan encontrar el reconocimiento oficial de la forma en que fueron denigradas.

Se ha dicho también que pedir disculpas sirve para suscribir un nuevo contrato social fundado en una nueva identidad colectiva basada en el reconocimiento de las atrocidades cometidas. También para reconocer que la negación selectiva y el olvido no pueden tener cabida. Bajo este gobierno, los recientes pedidos de disculpas son parte de una postura tendiente a reconocer el racismo pasado y presente en nuestra sociedad.

Aún a pesar de todo esto, para que un pedido de disculpas sea efectivo deben derivarse de él verdaderas garantías de no repetición. Ninguna expresión de disculpa puede ser tomada con seriedad si quien la emite sigue comportándose de la misma forma, o si continúa incurriendo en el mismo tipo de prácticas o permitiendo que otros lo hagan.

Como afirma Víctor del Pozo, de nada sirve un Estado que se disculpa siga perpetrando o tolerando prácticas como la fabricación de culpables, el terrorismo de Estado, la desaparición forzada, las ejecuciones extrajudiciales, la tortura o la detención arbitraria en un contexto de impunidad. Junto a los pedidos de disculpas debemos asegurar también que este tipo de prácticas sean efectivamente erradicadas.

POR HERNÁN GÓMEZ BRUERA
HERNANFGB@GMAIL.COM
@HERNANGOMEZB

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