Nadie la vio venir a pesar de la situación que desato la pandemia del COVID-19 en el mundo. Muchos analistas habían referido una buena cantidad de sus trabajos al describir su posible llegada en la escena internacional. Sin embargo, todo ocurrió en un santiamén.
La inflación en los precios de muchos productos en orbe internacional, con especial énfasis en la región latinoamericana, es una realidad que ha empezado a consolidarse, dejando tras de sí, una oleada de muchas preocupaciones. En el caso de México, el Inegi dio a conocer en días recientes que la inflación se disparó más allá de los pronósticos y terminó la primera quincena de marzo, con un incremento de 0.53% solo para esas dos semanas.
Lo interesante de todo esto, es que para encontrar una primera quincena de marzo con un incremento superior al registrado en este año, habría que retroceder hasta 1998, es decir, hace 23 años, lo que refleja lo inédito de los incrementos que se registraron y que llevaron la cifra anual a 4.12%.
¿Por qué hubo este incremento? ¿Éste será el inicio de una situación que podría postergarse por largo tiempo, igual que sucedió después de la primera y segunda Guerra Mundial? ¿Qué consecuencias puede tener este notorio desajuste en los precios de muchos productos en México?
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Como ha ocurrido a lo largo de este año, se han conjugado presiones reflejadas en los precios de los energéticos, en los alimentos y en algunas materias primas, principalmente. El caso más comentado es el del precio de las gasolinas. La medición hecha por la dependencia gubernamental revela que, en lo que va de 2021, la gasolina de bajo octanaje aumentó su precio 11.9%.
Esta ascendencia es preocupante si se considera que este tipo de combustible es el más utilizado por diferentes sectores productivos del país, lo que impacta directamente en los precios de muchos productos y servicios.
La razón principal de esta situación se dio a partir de que el mercado norteamericano experimentó un alza persistente de sus energéticos. En el caso del gas LP, el incremento en sus costos, en lo que va de este año, ha sido aún más fuerte, pues acumula ya casi 18%. La causa principal de este fenómeno estaría relacionada con la manipulación de precios. Las autoridades ya investigan.
Lo apremiante del contexto en comento es muy sencillo, si los precios de los combustibles no bajan los de los alimentos de la canasta básica seguirán ascendiendo, y en muy poco tiempo, no habrá manera de revertir los efectos negativos que arrastre consigo este fenómeno.
La inseguridad seguramente se disparará a niveles insostenibles de no atenderse de manera prioritaria esta situación. Por todo lo anterior, un tema prioritario en la de agenda para el Presidente de México debe ser la inflación registrada en los días siguientes, y sus efectos colaterales, ya que la vulnerabilidad de las familias mexicanas es la economía popular, la cual parece estar sostenida con alfileres.
Por LUIS MIGUEL MARTÍNEZ ANZURES
PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL DE ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
avh