COLUMNA INVITADA

Vencer o convencer

Es compleja la naturaleza humana. El Estado democrático debe plantear siempre ambas posibilidades

OPINIÓN

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Enrique Quiroz Acosta/ Colaborador/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El ser humano es una especie política por antonomasia.  Aristóteles lo dejó muy claro: Humano igual a ser político. A los abogados se les enseña a dirimir controversias y también a negociar, a alcanzar acuerdos. Desde luego que cada zoon politikon tiene su inclinación, estilo, tendencia y carácter. Y si, probablemente existe quien privilegia la búsqueda del triunfo entendido éste con ganar una confrontación y, por lo tanto, que haya derrotado o derrotados.

Es uno de los sentidos que abrigan la vida pública y el Derecho. Ni duda cabe. Maquiavelo lo postuló y siglos antes otros clásicos también, veían, sin embargo, que la clave está en el objetivo último.

El Sun Tzu nos mostró que en ocasiones la mejor guerra es aquella donde no existe pleito y si se logra ganar sin enfrentamientos el objetivo puede ser plasmado con más y mejores alcances. Simplemente, si se gana “sin desgaste”, sin abuso, sin generar rencores, sin gastos excesivos, sin pérdidas de amistades y sumando nuevas, muy probablemente la fortaleza del ganador será mayor.

No se trata de que sea mejor el enfrentamiento o sea mejor el entendimiento con la contraparte, sino tener la sensibilidad suficiente para identificar en cada caso cómo actuar. La objetividad no siempre pulula y siempre habrá factores subjetivos. Naturaleza humana. Intentemos lo mejor en efectividad y nobleza.

El conocimiento de la historia y nuestras vivencias con personas distintas, incluyendo a contrincantes, pueden clarificar criterios.

Es compleja la naturaleza humana y especialmente ante el poder. El Estado democrático debe plantear siempre ambas posibilidades. Incluso, opciones conocidas de conciliación y de enfrentamiento.

La evolución de cada nación y sus características deben mostrar alternativas racionales de diverso tipo. Claro, nada puede ser perfecto, pero sí es menester tener alternativas racionales. Privilegiar la democracia pasa por la soberanía popular y división de poderes, hoy, una sin la otra pueden arribar a un retraso en la vida nacional.

No vamos a evitar las posiciones, pero si las podemos encauzar con honestidad y lealtad a los principios constitucionales y nuestras convicciones ideológicas.

No se trata de renunciar a ellas, al contrario, portarlas con medios legales y alternativos de solución de conflictos, incluyendo los acuerdos honestos, transparentes y apegados al Derecho.

Vale la pena intentarlo. Debemos enfatizar que, el auténtico abogado debe tener la sensibilidad y honestidad de altura para saber aconsejar y encausar cada situación, para sugerir con visión y solidez cuando es conveniente acudir al litigio o al entendimiento para avenir intereses. El gremio jurídico tiene en ello una gran responsabilidad.

POR ENRIQUE QUIROZ ACOSTA 
ABOGADO Y COLABORADOR

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