UN MONTÓN DE PLATA

Terminó la pesadilla de AMLO

Tenemos un país dividido en lo político; inseguro en la armonía que deberíamos vivir a diario; y sesgado hacia el lado incorrecto de la historia

OPINIÓN

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Carlos Mota / Un Montón de Plata / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Se va Andrés Manuel López Obrador del poder. Termina hoy la pesadilla. Destructor de instituciones; revolucionario sin causa; obnubilado por ideas vetustas; confundido por el tufo comunista latinoamericano que a tantos pueblos ha dañado en la región; revanchista; rencoroso y vengativo. 

Eso fue AMLO, un pobre diablo que engañó a millones haciéndoles creer que velaba por el bien del pueblo, que terminaría la violencia y que eliminaría la corrupción.

Hoy tenemos un país dividido en lo político; inseguro en la armonía que deberíamos vivir a diario; y sesgado hacia el lado incorrecto de la historia. 

La única buena noticia es que económicamente AMLO no destruyó el libre mercado ni atentó contra la propiedad privada. 

De hecho, el comercio internacional —que es el pilar fundamental actual de nuestro sistema económico—, le desagradaba cuando Salinas de Gortari impulsó el Tratado de Libre Comercio. Pero en 2018 aprendió que no había alternativa, que México debe estar integrado al mundo capitalista, e incluso ahora abraza la integración comercial con Norteamérica.

Afortunadamente AMLO no pudo contrarrestar la esencia del mexicano emprendedor, valiente y autosuficiente. Sin embargo, sí convenció a una mayoría sustancial de que el Estado debe tutelar ad infinitum a quienes el gobierno elige como vulnerables, y la convenció de que valía la pena construir una narrativa completa de gobierno al respecto. Y cuando se dice que la narrativa es de gobierno, eso se traduce en presupuestal, en dinero. Por eso canceló el Aeropuerto de Texcoco, pero destina más de 700 mil millones de pesos anuales a subvenciones sociales.

López Obrador deja a México dislocado de la escena internacional; maloliente en círculos financieros; y hasta apestado ante socios que debieron ser aliados permanentes de nuestro desarrollo, como España. 

AMLO fue un Presidente que no supo estar a la altura del curso de la historia, rechazando nuestra integración al mundo con pretextos de un nacionalismo rancio. Ni arregló Pemex, ni hizo de la CFE una empresa ejemplar, ni ganó el respeto de actores relevantes, públicos o privados, del mundo.

Qué bueno que AMLO no quiere bulevares con su nombre ni estatuas con su efigie. No los merece. 

Este Presidente dañó mucho a los jóvenes del país, empoderando a varios personajes radicales con ideas comunistas que se insertaron por aquí y por allá en la administración pública federal, y siniestrando la vocación de muchos por un servicio civil de carrera. 

Hoy no hay jóvenes que admiren a los servidores públicos y que quieran emularlos.

Cancelador de aspiraciones, tergiversador de la historia y moralista de una austeridad torcida, AMLO llega al día de su carpetazo final, a su ocaso. 

La historia dirá lo que nuestra Nación querrá recordar de él. Yo dudo que sean muchas cosas buenas.

POR: CARLOS MOTA
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