LA NUEVA ANORMALIDAD

Ángela Aguilar en Stromboli

¿Qué tienen en común Ángela Aguilar e Ingrid Bergman? Nada, excepto vivir en sociedades hipócritas cuando se trata de opinar sobre la vida privada de las personas públicas

OPINIÓN

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Nicolás Alvarado / La Nueva Anormalidad / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Stromboli es una isla italiana enclavada en el mar Tirreno, la casi totalidad de cuya superficie alberga un volcán inactivo desde 1930 pero que volvió a hacer erupción en 2022. Casi nadie recuerda esto, en buena medida por no alcanzar la población ahí residente los 500 habitantes.

Stromboli es también el título de una película neorrealista, filmada en aquella isla volcánica por el italiano Roberto Rosellini en 1950. Mucha gente mayor la identifica –basta preguntar a cualquiera que tenga más de 70– pero muy poca la ha visto. (Fue, de hecho, un fracaso de taquilla.) Es una buena cinta –doy fe: la vi en la Cineteca– pero eso importa poco. A todo lo largo de los años 50, la palabra Stromboli fue, ante todo, sinónimo de escándalo sexual: el que enlazaba a su director con la estrella que importó de Hollywood para la ocasión, la sueca Ingrid Bergman.

Bergman era ya una leyenda del cine, la protagonista de clásicos como Casablanca, Gaslight, Spellbound y Notorious. Era también la esposa del dentista Petter Lindstrôm y la madre de Pia, de 12 años, lo que no obstó para que viviera durante el rodaje italiano un romance literalmente volcánico con un Rosellini también casado –con la actriz Assia Noris– y padre de un hijo de 9 años. Bergman resultó embarazada.

Los amantes decidieron conservar el bebé, divorciarse de sus respectivos cónyuges, formar una nueva familia. La actriz fue condenada por “truculencia moral” en el pleno del Senado estadounidense, acusada en la prensa de destruir la reputación internacional de su país, exiliada de Hollywood durante una década; incluso en Europa no volvería a filmar sino hasta su divorcio de Rosellini en 1956. Peor: no pisaría de nuevo suelo estadounidense hasta 1959. Peor aún: no volvería a ver a su hija mayor hasta 1957.

En esa época no había Instagram pero sí telegramas; he aquí algunos de los que recibió Bergman en tiempos del escándalo de Stromboli: “Eres una vulgar adúltera, peor que una prostituta”, “Me enterraría viva antes de hacer lo que hiciste”, “¿Cuánto tardarás en abandonar a tu nuevo bebé?”, “Lo mejor que podrías hacer es tomarte una sobredosis de somníferos”.

Las frases no están lejos de las prodigadas a la cantante Ángela Aguilar en redes sociales tras darse a conocer su relación con su colega Christian Nodal y la ruptura de éste con la también cantante Cazzu, madre de su hijo de un año.

Acaso valga recordar que hoy Bergman y Rosellini son leyendas del cine –lo mismo que su hija Isabella–, que Pia Lindstrom es una exitosa periodista televisiva retirada, y que asociamos la palabra Stromboli sobre todo con un rollo italoamericano de quesos y carnes frías envueltos en masa de pizza, así bautizado en los años 50 de su creación en virtud de su talante carnoso y picante.

Todo pasa. Salvo la nueva, viejísima moral sexual.

POR NICOLÁS ALVARADO

COLABORADOR

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