COLUMNA INVITADA

Ciudadanos de muy baja intensidad…

La aplastante victoria de MORENA en las elecciones es multifactorial, y aún cuando hay todo por hacer y mejorar, el respaldo al sistema humanista y programas de la actual administración es evidente

OPINIÓN

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Diego Latorre / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

—¿Cómo explicar lo sucedido? —le preguntan al escritor Aguilar Camín el pasado 3 de junio: “los votantes son comprables por aceptar programas sociales”; y remata: “no le hace mucho servicio ni a la calidad de la causa de López ni a la calidad de las razones de los votantes, porque si es porque te dan tu dinero, la verdad es que eres un ciudadano de muy baja intensidad”. 

“Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”, decía Albert Einstein. Cuando se habla de democracia se dicen cosas no sólo polémicas, sino de baja intensidad democrática. 

Para el sociólogo Johan Galtung, una “sociedad deseable” debería exponerse a contradicciones y combinar principios considerados incompatibles. Uno podría pensar que para la reproducción de un régimen democrático haría falta, junto a la moderación, radicalidad; junto a la racionalidad, pasiones humanas, y si se analiza, esto es lo que aplicaron algunas de las socialdemocracias mejor posicionadas, como Suecia, en cuya historia se registran reformas radicales con alta temperatura social y que marcaron un punto de inflexión en términos de derechos de las personas y de la institucionalidad democrática: Una sociedad es muy distinta antes y después de contar con una red de protección estatal gratuita y de calidad.

Quienes hoy añoran a Ernesto Zedillo, olvidan una paradoja clásica del pensamiento neoliberal: para mantener la democracia es preciso menos democracia, no más. Por eso, hicieron todo lo posible por cerrar el paso a los movimientos en demanda de derechos (EZLN, Acteal, Aguas Blancas), y de otras corrientes que solicitaban expandir el gasto público y mejoras salariales. Pareciera que don Héctor se quedó en esa época de apapachos. 

De 2018 a la fecha, en México se desplegó un esfuerzo gigante con este objetivo. Los programas sociales buscan reducir la desigualdad, y más, cuando se enfocan en los hogares más pobres. En un país tan desigual, no sólo los apoyos económicos, sino las oportunidades y mejores condiciones laborales, económicas y de derechos, han impactado favorablemente. La aplastante victoria de MORENA en las elecciones es multifactorial, y aún cuando hay todo por hacer y mejorar, el respaldo al sistema humanista y programas de la actual administración es evidente.

Abatir la desigualdad es una tarea continua; lo que agradece la mayoría hoy, es eso precisamente, que por décadas habían estado marginados. Existen tareas urgentes, como la seguridad. Coincido con la estrategia para contrarrestar este fenómeno, atacando a las causas sociales que inciden en el origen de la delincuencia, pero el esfuerzo debe también involucrar a las fiscalías y a los tribunales, ambos inmersos en la corrupción.

La paz se construye desde el estómago y con mejor educación, pero se mantiene con la cabeza, y a la larga, la sensación de seguridad en muchos aspectos evitará que tengamos una mente llena de odios y miedos, en donde frases como “dios, patria y familia”, encuentren cabida. 

POR DIEGO LATORRE LÓPEZ

COLABORADOR

@DIEGOLGPN

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