COLUMNA INVITADA

Cena de corresponsales: un homenaje a la libertad

Es indispensable reconocer a los periodistas que siguen hablándole de frente al poder, pese a los obstáculos

OPINIÓN

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Claudia Ruiz Massieu / Colaboradora / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Hace unos días se celebró la cena anual de la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca: un evento con más de un siglo de historia y una de las tradiciones más arraigadas en Washington. Desde 1924, todos los presidentes estadounidenses, excepto Donald Trump, han asistido al menos una vez durante su mandato.

El momento más esperado de la cena es el roast en el que un comediante critica, con ingenio, pero acidez, ironía y hasta burla, al presidente y su administración.

El mandatario, a su vez, tiene oportunidad para responder igual: con humor incisivo. Dicho evento celebra la libertad de expresión no sólo de forma retórica, sino práctica: diciéndole cosas incómodas de frente al hombre más poderoso del mundo. Es una auténtica celebración del periodismo libre y la democracia.

No hay censura ni tabús. En ese acto el presidente es objeto de cuestionamientos, lo mismo por su carácter, edad, origen familiar o forma de hablar, así como por sus posiciones frente a asuntos polémicos, su pertenencia a un grupo político o los resultados de sus decisiones. En muchos lugares, que un periodista haga lo mismo puede poner en peligro su integridad y hasta su vida. Por eso la cena reivindica ferozmente la libertad y honra a quienes la ejercen.

En su intervención, el presidente también señala sus propias críticas a la industria de los medios de comunicación, envía mensajes a sus oponentes políticos, se burla lo mismo de sus adversarios que de sus aliados y funcionarios de su administración. Todo ello en un ambiente de respeto, en el que el poder y la prensa reconocen el valor intrínseco de su relación simbiótica.

Al final todos coinciden en algo: la incomodidad que la prensa libre genera a los poderosos es algo valioso para que haya rendición de cuentas, mejores gobiernos, ciudadanos informados. Y debe ser defendida.

Cuando los medios tradicionales —prensa, radio, televisión— perdieron el monopolio de la información ante los medios digitales y redes sociales, las audiencias perdieron ciertas garantías de calidad y confiabilidad: el fact-checking como parte esencial del proceso de edición o la necesidad de sustentar cada afirmación con evidencias como un requisito indispensable para la publicación de una nota. Hoy hay más información que nunca, pero también más desinformación.  

En palabras del presidente Joe Biden: “en la era de la desinformación, la información creíble en la que la gente pueda confiar es más importante que nunca. Y eso hace que ustedes [los periodistas libres] sean más importantes que nunca”.

En todo el mundo, la libertad de expresión está amenazada desde distintos frentes: los regímenes autoritarios que persiguen, intimidan o atacan a los periodistas; el crimen organizado que les impide ejercer su vocación, o las campañas de desinformación que buscan polarizar y dividir sociedades enteras, en muchas ocasiones instrumentadas desde el poder.

Lamentablemente, México sigue siendo el país más peligroso para ejercer el periodismo (Artículo 19 registró 561 agresiones en 2023). En ese contexto, tenemos mucho que aprender de la cena de corresponsales de la Casa Blanca: un auténtico homenaje a la libertad de expresión.

Un paso indispensable es reconocer y respaldar a los muchos periodistas mexicanos libres y valientes, que pese a todos los obstáculos y riesgos continúan hablándole de frente al poder.

POR CLAUDIA RUIZ MASSIEU
SENADORA DE LA REPÚBLICA

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