El crecimiento del comercio global en las últimas décadas ha llevado a algunos a subestimar el impacto de las barreras comerciales motivadas por la geopolítica. No obstante, este enfoque usualmente tiende a ignorar los costos significativos asociados con los aranceles y otras medidas restrictivas en el sistema de comercio internacional.
En ese marco, es preciso mencionar que el surgimiento de un sistema de comercio multilateral, separado de la geopolítica, fue clave para la economía posterior a la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo, hoy en día, las consideraciones geopolíticas influyen cada vez más en las relaciones comerciales, dando lugar a un nuevo paradigma.
Ejemplos recientes, como los aranceles impuestos por Estados Unidos a las importaciones chinas desde 2018 o las sanciones económicas a Rusia tras la invasión de Ucrania en 2022, muestran cómo estas barreras han desacelerado el comercio global, generando lo que se ha denominado "slowbalization".
A pesar de ello, tenemos que reconocer que el comercio como porcentaje del PIB ha alcanzado niveles históricos, resaltando la resiliencia del sistema, pero no eximiéndolo de los impactos negativos de las tensiones entre diversas naciones.
En este contexto, otro ejemplo concreto es el reciente Decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación, que modificó la Tarifa de la Ley de los Impuestos Generales de Importación y de Exportación en México. Esta adaptación, en el fondo, trata de responder a la necesidad de ajustar la regulación arancelaria a los cambios globales y mantener la competitividad nacional en medio de la inminente relocalización de las empresas extranjeras.
Cabe mencionar que estos aranceles, dirigidos a productos subvaluados que afectan a productores locales y a la pequeña industria, buscan abordar prácticas desleales como el dumping, los subsidios y el comercio ilegal. Sin embargo, es crucial considerar que estas medidas también pueden tener costos significativos, afectando la competitividad de diversos sectores, el empleo y la producción nacional, así como generar un entorno poco atractivo en términos de inversión extranjera directa.
En tales circunstancias y si bien este decreto no parece poner sobre la mesa un trasfondo geopolítico, es esencial reconocer que estas medidas tienen que adaptarse a las realidades económicas actuales, garantizando la competitividad y cumpliendo compromisos internacionales.
El equilibrio entre la protección de intereses nacionales y la integración en el comercio global es y será clave para asegurar un desarrollo económico sostenible del país.
No cabe duda que el panorama económico refleja una dinámica compleja, donde las decisiones arancelarias tienen un impacto directo en diversos ámbitos. La evolución de estas políticas y su efecto en la economía serán aspectos clave a seguir en el futuro, especialmente en un contexto de cambios constantes en el comercio internacional.
POR EMILIO SUÁREZ LICONA
CONSULTOR Y PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD PANAMERICANA
@EMILIOSL
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