COLUMNA INVITADA

El imposible rol de ser “supermujeres” y madres

La disparidad se advierte en el hecho de que destinan tres veces más horas a cuestiones domésticas

OPINIÓN

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Marina San Martín / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

En la actualidad, en la que, por fin, nosotras hemos logrado ocupar más espacios profesionales, la paradoja radica en que pareciera que para desempeñarlos con “éxito” se debe asumir el rol de ser “supermujeres”, capaces de realizar multitareas y de combinar las esferas laborales y personales.

Este malabareo de diversos campos no resulta viable en la realidad, porque las dinámicas sociales y los esquemas organizacionales siguen respondiendo a modelos patriarcales tradicionales que llevan a escoger entre desarrollarnos en un sentido o en otro, mermando proyectos de vida integrales.

Así, por ejemplo, la decisión de convertirnos en madres no es algo que se tome a la ligera, pues no siempre los trabajos brindan facilidades en ese sentido; además de tener que considerar distintos factores como dedicar tiempo y recursos suficientes para nuestro bienestar y de la persona que traemos dentro, con los cuales, en la mayoría de los casos, no contamos cuando comenzamos a trazar nuestra trayectoria vocacional, la cual, si bien nos va, logramos afianzar a mayor edad, cuando las posibilidades de procrear se reducen.

En un contexto donde la planificación familiar se ve afectada por presiones colectivas y financieras, es fundamental abordar estos desafíos para garantizar un bienestar reproductivo y consciente.

No obstante, aun cuando existen estas limitantes, muchas mexicanas se inclinan por tener hijos. Así lo demuestran los datos del INEGI, que reportan que, al último trimestre de 2022, de las 56 millones de residentes en nuestro país, de 12 años y más, el 67 por ciento (38 millones) eran progenitoras, estando solteras el 11 por ciento, de las cuales siete de cada 10 eran económicamente activas.

Desafortunadamente esta condición sigue afectando las remuneraciones de quienes la ejercen, ganando un promedio de 35 por ciento menos que lo que perciben los hombres. Esta disparidad se advierte, también, en el hecho de que ellas destinan tres veces más horas a cuestiones domésticas. 

La inequitativa distribución de los quehaceres caseros, sumada a las altas cargas ocupacionales que realizamos hace, prácticamente, imposible lograr el equilibrio entre el crecimiento individual con la oportunidad de ser mamás, acotando nuestra elección.

Por ello, en el marco de los días del trabajo y de las madres, 1º y 10 de mayo, respectivamente, como apuntan diversos grupos feministas, basados en las ideas de Simone de Beauvoir, respecto al hecho de balancear ambas situaciones, en lo que se refiere a querer engendrar, “ni llamado biológico, ni mandato social”, sino opción de hacerlo con libertad. 

Derivado de estas reflexiones, resulta esencial que la construcción de nuestro hogar, junto con las actividades de cuidados que implica, no se asocie, exclusivamente a un género, pues, necesariamente, conlleva una corresponsabilidad de todos los involucrados en su integración. Si se concibe de este modo, podremos alcanzar una igualdad sustantiva.

POR MARINA SAN MARTÍN REBOLLOSO

ESPECIALISTA EN TRANSPARENCIA Y PRIVACIDAD

@NAVYSANMARTIN

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