COLUMNA INVITADA

2024, temporada de odio…

Cuando se infunde miedo se generan otras distorsiones poco deseables, como la violencia

OPINIÓN

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Diego Latorre / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Hay unos que odian más que otros, pero, en general, el odio, ese sentimiento mordaz e irracional, está presente, y en esta temporada, no es la excepción.

La política es una “tormenta” y lo ha sido literalmente en este proceso electoral. Ya sea azul, guinda o naranja, en realidad, tendemos a mirar al otro como “menos inteligente”, “obtuso”, y “deshonesto”.

Nuestra meta percepción es que, quienes son oponentes, nos odian, es decir, negativa; me explico: las percepciones son lo que uno piensa del otro, y la meta percepción es lo que se cree que el otro lado piensa de uno. En realidad, nos caen mejor quienes coinciden con nuestros gustos, y solemos “odiar” a quienes parecen “odiarnos”, aun cuando esto no sea así. Esto es “reciprocidad” y es la razón por la que la gente está dispuesta a participar en prácticas antidemocráticas, porque cuando una persona cree que sus oponentes están rompiendo las reglas, entonces esa persona también está dispuesta a romperlas.

Sobreestimamos la cantidad de odio político que nos rodea, y damos por hecho sin asomo alguno que, las personas de diferentes bandos se desagradan entre sí, normalizamos que arremetan unos contra los otros, y la pregunta es ¿por qué?

Una razón puede estar en la configuración de la política y las elecciones que resulta en un juego de “suma cero”, es decir, cuando estamos convencidos de que la victoria del otro es la pérdida de uno, o lo que es lo mismo, la ultra fatalidad; y es que esto se ve reforzado con la creencia de que nuestros oponentes son “inmorales”, viendo a las personas del otro bando como malas, porque “respaldan políticas” que “causan daño” (de hecho, todas las políticas causan algún daño, cada iniciativa implica concesiones complicadas: costos y beneficios que ayudan a algunos y causan pesar a otros), y ante esto, pensamos que nuestros oponentes tienen la intención de crear estos efectos no deseados y que disfrutan haciéndolo.

No tengo una respuesta precisa, pero, quizá, una clave importante para entender todo esto sea el miedo. Y cuando se infunde miedo, se generan otras distorsiones poco deseables, como la violencia y el incendio político. Desde luego que un entorno que nos hiciera tener menos miedos ayudaría, pero hay actores políticos decididos a aprovechar este sentimiento y atizar nuestras amarguras para obtener una ventaja. ¿Qué hacer?

Podríamos empezar por pensar que “ellos” no odian tanto como uno cree y dejar de pensar que, el otro lado, es el que abraza al caos y la destrucción. Si anteponemos valores comunes, como la paz, la comunidad y el desarrollo, esta percepción errónea mutua empezaría a disiparse, y podríamos explicar con serenidad, cómo nuestras creencias políticas se basan también en sentimientos que, a veces, pueden ser de miedo o preocupación. Por eso la próxima vez que no esté de acuerdo con alguien, no dedique tiempo a reprimirlo, sino a escuchar sus preocupaciones y miedos, que, en el fondo, probablemente, sean iguales a los de usted.

POR DIEGO LATORRE LÓPEZ

@DIEGOLGPN

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