COLUMNA INVITADA

Campañas Políticas: Tú mientes, yo miento, todos mentimos

En la vida pública, en la política, sucede exactamente lo mismo, con la gran diferencia de que el impacto es social para todos. Me explico: cuando una persona miente, a quienes más hace daño es a sus cercanos, a quienes más quiere, y desde luego, el daño lo alcanza a él mismo

OPINIÓN

·
Hugo Eric Flores / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

El impacto de las mentiras en la vida es profundo y llega a tener consecuencias inimaginables. En la vida pública, en la política, sucede exactamente lo mismo, con la gran diferencia de que el impacto es social para todos. Me explico: cuando una persona miente, a quienes más hace daño es a sus cercanos, a quienes más quiere, y desde luego, el daño lo alcanza a él mismo.

Pero cuando las mentiras entran en la esfera de lo público, a quien se perjudica es a la sociedad entera. El mentiroso en política hace un gran daño a su país.  

En la actual campaña, las mentiras de los candidatos son “el pan de cada día”. Las mentiras se dicen para engañar, buscando influir en el electorado y en la opinión pública. Al final, esta actitud deshonesta tiene consecuencias graves para la construcción de un sistema democrático real, pues afecta la confianza del votante y la calidad de gobierno.

De ahí que muchas personas se sientan decepcionadas de los regímenes democráticos después de que fueron engañados en las campañas electorales por los políticos en turno.

Se pueden identificar muchas maneras de mentir en una campaña política, aquí menciono algunas:

Mentir sobre uno mismo. A menudo se sobredimensionan las capacidades personales. Se intenta influir creando la expectativa de que ahora sí un nuevo liderazgo podrá cambiar las cosas. Digamos que esto puede ser normal, el problema es cuando se inventan hechos biográficos que no son verdad, cuando con flagrancia se miente sobre los méritos y las capacidades de uno mismo, la mentira se convierte en engaño.

Mentir sobre datos, exagerando o minimizando la realidad. Es frecuente que en el discurso se manipule la información dependiendo de quién la diga. Si se es opositor se darán datos para demostrar la ineficacia de un gobierno. Al contrario, si es el candidato oficial o del gobierno, se utilizarán las estadísticas para tratar de que la percepción pública sea favorable.

Digamos que esto también es normal, el problema estriba en cuando se inventan datos que no existen. Cuando se citan datos, ya sean del gobierno, de la academia o periodísticos, que no son verdad, con el propósito deliberado de influir en la percepción pública.

Mentir sobre lo que se va a hacer. Para ganar votos está justificado mentir. Falsas promesas, políticas públicas que serán imposibles de cumplir, programas sociales que nunca llegarán por falta de presupuesto, y un largo etcétera. Me hace recordar al político de pueblo de hace décadas, que después de prometer un puente le recordaron que por ahí no pasaba el río, y prometió que también por ahí pasaría. Sólo en Mexico.

Al final del día, si mentir da votos, pues mintamos sobre nuestra biografía, sobre lo que se ha hecho y lo que no en los gobiernos de los diferentes partidos; y prometamos, que el prometer no empobrece. En la vida real es que, a la larga, la única verdad es que: el prometer sí empobrece y mentir también, tanto en lo personal como en lo social.

En la actualidad otro de los grandes problemas es la diseminación de las llamadas “fake news” o noticias falsas. La era digital ha multiplicado significativamente el alcance y el impacto de las falsedades, muchas personas dan por cierto lo que se difunde alevosamente por Internet. En las campañas de hoy en día las calumnias y las difamaciones se esparcen ampliamente y de manera muy rápida vía las plataformas de las redes sociales. Esta práctica va en contra del verdadero debate de ideas y, desde luego, del honor de las personas.

La historia mundial está plagada de mitómanos que llegaron al poder con base a mentiras y después los pueblos lo pagaron muy caro, a veces por generaciones. El deseo desbordado de poder lleva a la megalomanía, a creer que sólo uno representa al pueblo y puede cambiar las cosas en favor de él.

La mayoría de lo dictadores que ha incubado la historia creen que sólo ellos pueden representar genuinamente un cambio y creando su propia doctrina generalmente terminan seduciendo al pueblo. Las mentiras dichas para engañar y para influir en el electorado y en la opinión pública son el comienzo de todo, en México esas historias de populismo las conocemos de sobra.  

En lo personal, creo que uno de los más grandes mentirosos de la histórica política reciente de nuestro país es Vicente Fox. Los populismos de derecha o de izquierda son básicamente lo mismo, los líderes actúan igual, aunque su discurso o la forma de seducir sea diferente. No se nos debe olvidar que con Fox hubo una pareja presidencial que intentó perpetuarse, no es mentira que Martha Sahagún de Fox intento ser la primera mujer Presidenta de Mexico.

Recordemos que hace tres sexenios se hablaba de los hijos de Martha, como hoy se habla de los hijos del presidente López Obrador. El foxismo fue derrotado porque había un sistema incipiente que garantizaba que el proceso electoral fuera democrático, pero sobre todo porque al interior del panismo fue derrotado por el efímero calderonismo.

En la Biblia, el mandamiento número ocho es no mentir y no levantar falso testimonio. Los que hemos mentido hemos decepcionado a los que más queremos, empezando con Dios, pero si esa conducta es llevada a lo público, estamos claramente ante un pecado social. Desgraciadamente, en la lucha por el poder, a los políticos no les importa la verdad y se nos hace fácil mentir. Se olvida que la verdad es lo único que hace libre a las personas de sí mismas y a las sociedades de los tiranos.

Las mentiras dichas por personas públicas son un verdadero cáncer para la democracia. De la misma manera, las mentiras dichas por candidatos presidenciales después se convertirán en una trampa de la cual no podrán escapar. A una mentira seguirá otra, y cuando la mentira se institucionaliza se hace parte del sistema político, y lo peor, del sistema de valores de una sociedad determinada, la democracia está claramente en riesgo.

La decisión de los votantes expresada en las urnas es la “piedra angular” del sistema democrático. Cuando las mentiras permean terminan minando la participación ciudadana porque los votantes deciden basados en mentiras, percepciones inducidas, malas imágenes creadas o conceptos falsos sobre las personas. Cuando esta situación se concreta, se desvía la “voluntad popular” y, por lo tanto, se daña a la democracia. Por otro lado, cuando las promesas se rompen porque eran imposibles de cumplir, la ciudadanía se decepciona. Esto termina debilitando la cultura democrática donde se necesita la participación ciudadana, si no se daña de paso la cohesión social y comunitaria.

Debe haber medidas regulatorias para evitar las prácticas deshonestas y promover la transparencia para motivar la sana competencia electoral. La educación es básica para que la ciudadanía pueda evaluar la  información en épocas electorales e identificar tanto las mentiras, como a los mentirosos. Hemos llegado al grado de locura que se piensa que un nuevo líder se levantará y cambiará todo en seis años. Eso no existe.

El gran problema es que los grandes mentirosos de la historia son capaces de engañar por un tiempo determinado a sus conciudadanos; como decía Abraham Lincoln: “Se puede engañar a parte del pueblo parte del tiempo, pero no se puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo”.

No, en la guerra y en el amor no todo se vale. La decepción después es muy grande y las cicatrices muy profundas. Está acreditado en diferentes estudios que las mujeres mienten menos que los hombres, ojalá ahora que tendremos una Presidente mujer esto suceda en México.

Debe combatirse en nuestra “praxis” política el sistema de: tú mientes, yo miento, todos mentimos. A México le urgen líderes políticos sinceros, honestos que digan y actúen con verdad. Claudia, ahí está otro llamado de la historia.

POR HUGO ERIC FLORES

Presidente del PES Morelos

@hugoericflores

EEZ