COLUMNA INVITADA

El espectáculo que rodea al linchamiento

Dentro de la historia de México, al menos desde su conformación como nación independiente

OPINIÓN

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Ignacio Anaya Minjarez / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Dentro de la historia de México, al menos desde su conformación como nación independiente, el linchamiento ha figurado de manera contrastante dentro de los espacios de la justicia y la capacidad del Estado para garantizarla. Está ahí incómodamente siendo síntoma, mecanismo y la alternativa de unos. El linchamiento puede entenderse como una forma de control social informal que surge cuando las instituciones formales de justicia son percibidas como ineficaces o corruptas.

 Tales hechos de violencia colectiva suelen ser vistos como primitivos y bárbaros, por una parte, mientras que otra suele celebrarlos desde una visión punitiva ante la inacción de las autoridades contra los actos criminales que plagan a la nación. No es raro encontrarse la frase “hacer justicia por las propias manos”, tan criticada como celebrada. Es un efecto del hartazgo social y la falta de confianza en las autoridades para garantizar la seguridad. En muchos casos la gente no está linchando a individuos, sino a la acumulación de crímenes. 

En México, tal fenómeno sigue teniendo una fuerte presencia y el caso reciente en Taxco muestra también la manera en que se ha convertido en un espectáculo para la sociedad mexicana. La viralización del linchamiento a través de las redes sociales, con la circulación masiva de imágenes y videos, refleja una fascinación mórbida por la violencia que se ha normalizado en ciertos sectores de la población. La turba es la protagonista, se convierte en juez, jurado y verdugo, todo en un solo acto que se vuelve viral en las redes sociales.

Es curioso cómo la sociedad mexicana, tan acostumbrada a la violencia, se horroriza y al mismo tiempo se deleita con las imágenes de estos linchamientos. Las redes sociales se inundan de videos e imágenes explícitas, compartidas una y otra vez, como si se tratara de un espectáculo digno de ser visto por todos. La morbosidad se disfraza de indignación y la violencia se convierte en un espectáculo mediático.

Pero, ¿qué hay detrás de este espectáculo? ¿Una manera burda de observar Un Estado ausente, incapaz de garantizar la seguridad y la justicia? El linchamiento se convierte así en un acto colectivo de toda la nación, una forma de desahogar la frustración y la rabia acumuladas ante la impotencia frente al crimen. Mientras tanto, el espectáculo continúa. Los medios de comunicación se regodean en los detalles escabrosos, los políticos hacen declaraciones grandilocuentes condenando la violencia, pero poco o nada cambia.

POR IGNACIO ANAYA

COLABORADOR

@Ignaciominj

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