MIRANDO AL OTRO LADO

Pactando con el diablo

El 30 de septiembre de 1938 el Primer Ministro de Gran Bretaña, Neville Chamberlain descendió de su avión

OPINIÓN

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Ricardo Pascoe Pierce / Mirando al Otro Lado / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El 30 de septiembre de 1938 el Primer Ministro de Gran Bretaña, Neville Chamberlain descendió de su avión, procedente de Munich, Alemania, y declaró haber “logrado la paz en nuestros tiempos”. Mostró un documento que llevaba la firma de Adolf Hitler donde se comprometía a no iniciar hostilidades en el continente europeo.

Para apaciguar a Hitler, Chamberlain aceptó que Alemania anexara la región germanófona de los Sudetes de Checoslovaquia. Un año después, el insaciable Hitler invadió Polonia y la Segunda Guerra Mundial comenzó. Desde tiempo atrás Churchill había pronosticado que la política de apaciguamiento de Alemania estaba destinada al fracaso. La guerra fue la consecuencia de políticas erróneas…de los políticos, cuyos intereses de corto plazo no admitían la posibilidad de otra guerra. Y que piensan, igual, que pueden pactar con el diablo y salirse con la suya.

Andrés Manuel López Obrador piensa como Chamberlain. Ofreció una política denominada “abrazos, no balazos” que produciría una “paz en nuestros tiempos” para México. Y, ahora que está a punto de terminar su gestión como Presidente de la República, ha fracasado en su supuesto propósito pacifista. Pactó con el endiablado narcotraficante y fue engañado, igual que Chamberlain. O se dejó engañar.

El hecho es que AMLO abandona el poder dejando tras de sí un país incendiado, en una situación de guerra interna, con el Estado indefenso y mal preparado para enfrentar un enemigo fuerte y decidido ante un Ejército nacional mermado en su ética y prestigio social.

El problema es que AMLO, como Nerón antes que él, niega rotundamente la realidad de la violencia y la inseguridad del país. Jura que México vive una situación de paz como nunca.

Y una merolica, convertida en opción para sucederlo en el poder, ve y jura lo mismo. Y, para ser consecuente, también ha aceptado el camino de la negociación con el crimen organizado, para asegurar “la paz de nuestros tiempos”.

AMLO alista la entrega del poder con los ojos cegados por su ideología, que lo ha convertido en un loco suelto en la pradera, como el Rey Lear. El incendio lo rodea y, en respuesta, él afirma que México seguirá disfrutando de la paz reinante. Su negación es,
igual que en el caso de Chamberlain, muy cercano a una conducta criminal, por ser gobernantes responsables de la protección de las vidas y los bienes de sus gobernantes.

Además, su preocupación por ganar las elecciones empata con su determinación por mantener el poder dentro de los parámetros que le ha fijado a quien pretende lo suceda en la presidencia.

Pareciera que AMLO tiene el proceso electoral de 1994 a flor de piel. ¿En qué sentido? Esa elección, ahora lo sabemos, fue la primera, después de mucho tiempo de estabilidad, donde la relación gobierno-narcotráfico era volátil. Hasta la presidencia de De La Madrid el gobierno era quien conducía los destinos de los grupos de narcotraficantes mexicanos.

Pero con el encarcelamiento de los tres líderes del Cártel de Guadalajara, empezó una nueva era de desprendimiento de los Cárteles del tutelaje estatal.

Importantes actores gubernamentales querían asegurar la continuidad de la relación establecida con los dispersos líderes del narcotráfico que, además, entraba de lleno al negocio de la cocaína, lo cual les generaba ganancias inimaginables hasta ese momento.

Parece que Colosio, como candidato del PRI a la Presidencia, no estaba convencido de ser el sostén de esa relación que le querían heredar sectores del gobierno saliente. Su resistencia provocó el saldo fatal: fue asesinado. AMLO, consciente de todo ello, no quiere correr por la misma ruta.

Como sucedió en 1994, también quiere heredar su relación con el narcotráfico al siguiente gobierno, por considerarla funcional en tareas de amedrentamiento de grupos sociales y por servir como factor en las elecciones, ya sea para disuadir la participación o para obligar a votar a favor del oficialismo.

Su pretendida sucesora estaría obligada a dar continuidad al pacto de Badiraguato que, según su percepción, ha sido altamente rentable en todos los sentidos.

Tenía que crear las condiciones para que su sucesora pudiera continuar con la fecunda relación gobierno-narcotráfico, pero que no tuviera que cargar con el estigma de ser una #NarcoPresidenta.

El plan era crear un “fortuito” encuentro de Claudia Sheinbaum con el Cártel de Sinaloa en Chiapas. Se hizo con la intención de que la candidata pudiera negociar la continuación del mismo pacto con el diablo que llevó al “líder” al poder hace seis años.

No iba a ser creíble que ella también desapareciera en las entrañas de Badiraguato para encontrarse con el Cártel. AMLO ya desgastó ese recurso con el publicitado saludo a la madre del Chapo Guzmán. Había que encontrar otro lugar, otro contexto y otra manera para provocar el “cara a cara” entre la candidata y el Cártel. Qué mejor que en la selva de Chiapas, en un espacio controlado por el Cártel de Sinaloa, sin testigos y a cielo abierto.

La estrategia era provocar el encuentro sin escoltas militares ni policías estatales como testigos. Era un hecho absolutamente fuera de lugar dada la protección y seguridad normales de una candidata presidencial. Pero así fue: no aparecieron sus guardias por ninguna parte.

Es obvio que se les dio la instrucción de apartarse del lugar y dejar a la candidata sola, para poder sostener el encuentro, equivalente a lo que sería su Abrazo de Acatempan. Era el saludo fraternal entre fuerzas opuestas que han decidido gobernar juntos.

Incluso, cuando el retén del Cártel de Sinaloa detuvo al vehículo de la candidata, los vehículos que seguían se quedaron estacionados, como si alguien hubiera dado la instrucción de no bajarse de sus vehículos, lo cual hubiera sido una reacción natural cuando se percataron de que la candidata corría algún peligro. Pero no sucedió así. Todas las personas se quedaron en sus vehículos.

La excepción fue un vehículo que acompañaba a la candidata, pero que no era parte de la comitiva oficial de prensa por “críticos”, como Latinus, Imagen, entre otros. No habían recibido la instrucción de apartarse. Pero alguien de la comitiva oficial obviamente sí les avisó que estuvieran atentos, pues “algo” iba a acontecer.

Eso explica la presencia de la cámara y micrófono de Latinus que reveló el encuentro entre la candidata oficialista y el Cártel de Sinaloa. Lo que iba a ser el gran encuentro para sellar el pacto del diablo entre Sheinbaum y el Cártel de Sinaloa se frustró por la presencia de un medio de comunicación.

Hasta AMLO tuvo que desacreditar públicamente el encuentro que, en realidad, era para él el cierre del círculo de los pactos perversos que su gobierno quiere transferir íntegros a un eventual gobierno de Sheinbaum.

AMLO se acuerda perfectamente que Colosio fue asesinado porque no selló el acuerdo con el narcotráfico. ¿Se defenderá Sheinbaum, asegurando su vida pactando con el diablo?

¿Y cuál será el desenlace de Sheinbaum en estos tiempos, cuando todo se termina por saber y juzgar?

POR RICARDO PASCOE

COLABORADOR

ricardopascoe@hotmail.com

@rpascoep

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