Nunca como ahora la palabra no tiene fuerza, porque estamos viviendo tiempos de banalidad, egolatría, ambición y poco estímulo por ayudar a otras personas.
Mientras escuchamos las discusiones políticas del momento, hay una frase que resuena una y otra vez. ¡“No tienen memoria”! La realidad, es que, si la tienen, pero ya no les incomoda mentir. Es parte de la finalidad para obtener intereses personales que siempre derivan en la obtención de dinero, exposición y poder.
Ello explica por qué incluso siendo protagónicos de videos o grabaciones comprometedoras, les resulta intrascendente dado que la incomodidad de la vergüenza se puede superar mediante el cinismo.
Jean Beuadrillard, en su libro: “Simulacro y simulaciones”, afirmó que vivimos en un Estado de utopía realizada, donde la simulación reproduce ideales, fantasías, imágenes y sueños. Interpretando sus palabras podemos afirmar que debido a toda nuestra libertad nos quedamos sin anhelos de forma inesperada. Por ello, estamos viviendo la catástrofe occidental donde la ultra fluidez que plantean nuestras redes sociales desaparece todo por su exceso, su contaminación, su saturación y su transparencia. Seguro no recuerdas lo que colgaste hace una semana en medios digitales, o las tendencias de plataformas como “X”, “Face”, “Tik Tok” y demás.
Así sucede con todo, pero en la política, vivimos una especie de epidemia del antivalor donde calcular en términos de verdadero o falso, o bien, de bueno o malo es tan imposible, como hacerlo en una ecuación de la velocidad y la posición de una partícula. El principio de incertidumbre, es el que rige las cosas mundanas de la política para que sigan funcionando. Así, la idea de progreso que nos plantean ha desaparecido. Del mismo modo que la idea de riqueza sustentada en la producción, porque a pesar de que ésta última se encuentra en su mayor esplendor, es debido a las grandes automatizaciones; y por ello no puedes verlo en los hogares mexicanos que están carentes de bienestar, salud, educación, riqueza y felicidad; todo porqué el juego político continúa indiferente a esta desaparición.
El lenguaje político, es de locura, y se reproduce en medios de comunicación hasta volverse un espectáculo. Los que hablan desde la tribuna del poder, simulan logros en términos generales; y entonces pretenden que se pierda lo más importante, su particularidad. ¿Cómo le puedes decir a una madre buscadora que la violencia disminuyó?, ¿Cómo le explicas a un adolescente que perdió a sus padres en la pandemia, que el Estado no permitió la compra de éstas, a particulares? ¿Cómo explicas que hay mejoras en la economía a personas que han perdido sus empleos?
Por el despido masivo de burócratas o la quiebra de las empresas que no pudieron subsistir. Es simple, lo único que hacen en sus paneles y discusiones, es hablar en términos generales, y evitar la singularidad, de las personas que tienen nombres y apellidos.
En el sistema penitenciario del país, podríamos tener al menos algunos ejemplos de su eficacia, pero cuando el 9 de cada 10 personas, evita realizar una denuncia penal, significa que la población tiene certeza de la ineficacia del sistema jurídico estatal.
Cuando todo es político, nada lo es. Permítanme explicarlo: La palabra carece de sentido, cuando la emite alguien que no tiene interés en los valores, sino en sus intereses, lo que nos ha llevado a una enorme dispersión de ideas vacías o contradictorias.
Por ello, puedes escuchar que alguien que aparece en una situación de corrupción, o bien, que ha dado negocios a sus familiares, puede pretender ser político, y no sólo es en México, piensa en Estados Unidos con Trump, Rusia con Putin, Venezuela con Maduro, y bastantes más.
Por ello no extraña que, en México, a la “clase obrera”, se le sorprenda con una legislación que tomará en sus manos la administración y financiamiento de recursos particulares, gestados para pensiones de vejez o incapacidad.
Se trata de la peor situación, porque aspirantes al poder, sin escrúpulos, no desaparecerán; y menos ante la amenaza de la crisis, ya que eso les proporciona dos posibilidades: seguir direccionando un país en términos de intereses personas y permitirse una vida con un blindaje ante atropellos que cometan.
Por ello no debemos dejar de observar que el cinismo es ahora el centro de la historia, como consecuencia de paraísos artificiales en los que muchas personas quieren creer.
En un sistema destructivo, donde se dice que se han solucionado las causas, mediante la negación de la verdad, se torna imposible superar la crisis.
En más del mismo tema. En el poder judicial de la Ciudad de México, salió un oficio mediante el cual pararán los mismos por la ola de calor. ¿Imaginen que vivieran en algún estado costero de la república? Creo que el problema se debe más a la falta de agua. En fin, el calor, es otro factor que detiene la justicia.
POR SARA MORGAN
@MORGANSAREL
CONSULTORA LABORAL
DIRECTORA DE EQUITY JOB LAB
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