OMNIA

Campañas y encuestas

Tiene razones Sheinbaum para sentirse optimista: todas las encuestas la favorecen, incluso la que cita la coalición opositora

OPINIÓN

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Eduardo R. Huchim / Omnia / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Le dijo Claudia Sheinbaum al Papa Francisco en la reciente conversación de ambos en El Vaticano:

-Nunca pensé que sería candidata a la Presidencia.

Y le contestó el pontífice:

-Yo tampoco pensé que sería Papa.

En conversación transmitida en Milenio TV, la candidata presidencial de Morena y aliados contó la anécdota y también dijo que quiere “ser recordada como una presidenta que impulsó la educación, la salud pública, el bienestar y la prosperidad compartida”.

Es decir, Claudia Sheinbaum se siente ya sucesora de Andrés Manuel López Obrador, quien no está en la boleta, pero sí en el centro de las campañas como lo acreditan los actos iniciales de éstas, en los cuales recibió un doble reconocimiento: uno explícito y el otro implícito.

Tiene razones Sheinbaum para sentirse optimista: todas las encuestas la favorecen, incluso la que cita la coalición opositora sólo que con menos distancia que las demás. (Una reciente de El Heraldo de México-Covarrubias y Asociados le da a Claudia 55% de intenciones de voto, contra 26% de Xóchitl Gálvez y 5% de Jorge Álvarez Máynez).

El viernes 1 de marzo, primer día de campaña, Sheinbaum presidió una multitudinaria concentración en el Zócalo de la Ciudad de México, frecuente sede de cierres de campaña, pero no de aperturas. Fue una demostración de fuerza y de confianza en la victoria. Su planteamiento de 100 compromisos pareció más un plan de gobierno que una propuesta de campaña.

La oferta se parece ciertamente a los 100 compromisos de AMLO, pero estos fueron expuestos cuando el actual mandatario ya había ganado la elección.

Esa y otras semejanzas con AMLO han sido fuente de críticas a Sheinbaum, pero no deberían extrañar porque el actual mandatario y la exjefa de Gobierno de la CdMx han compartido desde hace varios lustros los principios y valores de lo que ahora se conoce como 4T.

Una de las fortalezas de Claudia es garantizar la continuidad de un proyecto exitoso, cuyo autor goza de altos niveles de evaluación (El Heraldo-Covarrubias le da a AMLO 73% de aprobación). Apartarse de este proyecto sería una torpeza mayúscula.

Curiosa y paradójicamente, el mandatario, quien fue reconocido y vitoreado en el Zócalo, también estuvo presente en otra concentración, la de Xóchitl Gálvez en Irapuato.

Cuando la candidata opositora se pincha el dedo para firmar con sangre su compromiso de no eliminar los programas sociales en desarrollo, lo hace explícitamente para frenar la versión de que ella busca la no continuidad de tales programas, que gozan de general estima.

Implícitamente, sin embargo, expresa también un reconocimiento a López Obrador, artífice e impulsor de tales programas a los cuales, además, le ha dado un sello de progresividad. Es acertado que Xóchitl se comprometa no sólo a conservarlos, sino a ampliarlos, si bien es posible que un sector de panistas (destacadamente Vicente Fox) no esté de acuerdo con esa postura de su candidata.

Las encuestas no son profecías

Tendemos a creer a pie juntillas lo que dicen las encuestas, más aún si son coincidentes, como ocurre con las que favorecen a Claudia Sheinbaum, candidata presidencial de Morena-PT-Verde. Sin embargo, conviene no tomar sus resultados como pronósticos absolutos de lo que ocurrirá en las elecciones.

Los mismos encuestólogos suelen advertir que sus trabajos, por muy profesionales que sean, no tienen voz de profeta, sino sólo reflejan el sentir de los encuestados en el momento de ser consultados. Son como fotografías instantáneas cuyos actores -los potenciales votantes- pueden cambiar de opinión.  

Ejemplos de diferencias estridentes entre los resultados de las encuestas y los de las votaciones no son extraños y uno de los más recordados es el de Donald Trump, quien tenía sondeos negativos y acabó ganando la elección presidencial de Estados Unidos.

Hay un dato inquietante en las encuestas sobre el actual proceso electoral: las altas tasas de rechazo, es decir, la negativa a contestar el sondeo. Este rechazo puede deberse a la falta de tiempo o impaciencia en estos días en que todo mundo parece tener prisa, pero también puede obedecer a un deseo de ocultar la intención del voto.

Comoquiera, es un dato más de por qué las encuestas no deben tomarse como pronósticos de certeza absoluta. Como suelo decir: la única encuesta cierta y con validez legal es, en este caso, la del próximo 2 de junio en las urnas comiciales.

Una apuntación final: las restricciones legales para difundir encuestas en los tres días previos al día de la elección, justo cuando más posibilidades tienen de acercarse a los resultados de la votación, deberían ser eliminadas. Debe ponerse fin a la vieja idea de que el elector mexicano necesita tutelaje.

POR EDUARDO R. HUCHIM

COLABORADOR

@EDUARDORHUCHIM

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