COLUMNA INVITADA

La ciudad de la propaganda electoral

¿Qué sería de este México de elecciones si no hubieran carteles con las caras blanqueadas de las y los candidatos?

OPINIÓN

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Ignacio Anaya Minjarez / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

¿Qué sería de este México de elecciones si no hubieran carteles con las caras blanqueadas de las y los candidatos? ¿Influenciaría de manera contundente los resultados? Está claro que la idea de bombardear a la población con todos esos pósters, con esas caras que nos siguen en nuestra cotidianidad, no tiene otra función sino la de influir en la opinión pública. Su único logro, porque son cínicos que lo podrían considerar así, es contaminar visualmente las ciudades con propaganda electoral.

Las calles, avenidas y hasta los rincones más remotos de nuestras ciudades están saturados de carteles electorales, una práctica que, aunque generalmente desaprobada por la población, busca captar la atención de los votantes. Estos no solo afectan la estética de nuestro entorno, sino que también generan una sensación de agobio y saturación. Los rostros de los candidatos, muchas veces retocados y embellecidos, nos persiguen a donde quiera que vayamos, como si no pudiéramos escapar de su presencia, incluso en nuestros momentos de descanso y esparcimiento. Uno no puede ni ir al parque sin encontrarse con esas caras.

Es cuestionable la cantidad de recursos invertidos en esta forma de propaganda. ¿Es realmente necesario gastar tanto en carte les efímeros? Proponer alternativas como debates públicos y transparencia podría ser más efectivo y responsable. Perdón por mi ignorancia, pero el sentimiento de utopía me ganó.

A pesar de que está prohibido por la ley poner carteles en ciertos lugares, ahí están, violando la normativa sin reparo. Ni los pobres árboles se salvan de esta práctica que, con mucho orgullo, algunas voces defienden como parte de la “fiesta democrática”.

El periodo de elecciones está aquí y, en muchos casos, se observará lo peor que puede ofrecer cada parte. La contaminación visual es solo una de las muchas preocupaciones. Tal vez ya es hora de reflexionar sobre el estrés que esto provoca en toda la población, desde quienes siguen de cerca a sus candidatos preferidos hasta las personas que se encuentran miles de carteles en su camino hacia el trabajo. ¿Qué efectos subyacentes tiene esto? ¿Existe un inconsciente político que se forma alrededor de la visión que uno tiene de esas caras?

Este examen crítico nos invita a considerar el impacto profundo que la propaganda electoral tiene no solo en nuestro entorno visual, sino en nuestra percepción de la política y los candidatos. La saturación de imágenes y mensajes puede estar modelando nuestra conciencia política de maneras que apenas comenzamos a entender.

POR IGNACIO ANAYA

COLABORADOR

@Ignaciominj

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