MOLTI DIVERSI

Cuando alguien se va y se queda para siempre

Decía Leonardo Da Vinci que: “Así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, así una vida bien usada produce una dulce muerte”

OPINIÓN

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María del Mar Barrientos / Molti Diversi/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Hace 10 años que murió mi papá, y aún lo recuerdo como si fuera ayer, porque se fue, pero al mismo tiempo se quedó para siempre. Recuerdo ese día en estos momentos porque una amiga muy querida vivió lo mismo hace unos días y el sentimiento que me provocó el haberla acompañado es como si hubiera revivido lo de hace una década, el mismo dolor, el mismo llanto, y al final del túnel la misma alegría, así es, la misma alegría de saber que tuve por padre a una persona ejemplar, muy querida por todos y muy admirada.

Es irónico pensar que cuando alguien se muere, en lugar de irse, se inmortaliza, sonaría a sarcasmo, pero así es. En algunos casos, sólo en algunos, podríamos decir que la muerte es el comienzo de la inmortalidad. Decía Leonardo Da Vinci que: “Así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, así una vida bien usada produce una dulce muerte”, y eso pasa con seres queridos que no sólo fueron queridos por sus familiares, sino por mucha gente.

La vida de ese ser humano se queda entre nosotros para siempre y lo recuerdas como si hubieras estado hace unos minutos con él. La muerte, sin embargo, hay que aceptarlo, es inexplicable, es como un universo tan difícil de entender en el que sólo nos queda confiar y tener fe. La muerte también hace sentido sólo si nos deja reflexionar sobre la importancia de la vida misma, del momento presente y del actuar bien.

Cuando uno vive esto tan cercano, le pierde el miedo a la muerte, hay que temerle más a la vida porque de eso estamos hechos, de nuestros actos diarios, de nuestros pensamientos, de nuestras acciones hacia los demás y hacia nosotros mismos, porque todo es en vida.

Cuando alguien se va, hay varias etapas; la falta de entendimiento, como si una nube nublara tu vista en donde no entiendes exactamente qué está pasando, pierdes tiempo y espacio, y sientes que estás en una realidad alterna, después llega tal vez una tristeza profunda, luego el enojo y al final llega la aceptación, y sólo en algunos casos llega la resignación y la alegría de lo vivido.

Definitivamente sólo en algunos, y esto depende de la vida que tuvo la persona que se fue, la que siempre se quedará a nuestro lado sin importar lo que haya pasado y cuanto tiempo pase. Y ahí, sólo ahí, es cuando llega un momento de paz, de absoluta paz y agradecimiento por haber formado parte de la vida de esa persona, y es cuando todo hace sentido, la vida misma, la muerte misma. Todo, todo se ve diferente.

Porque ahí es cuando alguien se va, y se queda para siempre al mismo tiempo, y uno agradece el haberlo conocido. Esta columna va dedicada a mi papá y a mi querida amiga María, porque ahora nos une el agradecimiento de haber tenido como padres a seres maravillosos, y dos ángeles en el cielo, que siempre nos cuidarán y que jamás se irán. Mari; con todo mi respeto y cariño.

POR MARÍA DEL MAR BARRIENTOS
MARIMAR.BARRIENTOS@ELHERALDODEMEXICO.COM 
@MARIMARBAT

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