Somos la suma de lo bestial con lo divino. De lo terrenal con lo celestial. Del deseo con la promesa eterna. De lo que nuestros ojos ven y el corazón clausura.
Somos la suma del amor por los nuestros y el cansancio que conlleva su cuidado. Somos esa águila y esa serpiente que hacen nación.
Somos el reconocimiento de Dios en lo mundano. Somos esa escalera que depende de la conciencia. Somos el resultado de la evolución. Somos esa dualidad entre la ciencia y la creación. Entre la creación y la religión.
Somos la parte animal con la parte más espiritual. Somos humanos. Con fe y con dudas.
Somos inmadurez y experiencia en cada etapa y cada capítulo de la vida. Somos serpientes y cambiamos de piel. Hay momentos que no puedes seguir habitando y viviendo lo que fue importante.
Somos eterna evolución, cambiamos de mundo, de intereses, de personas, de la importancia que le damos a las cosas.
Somos lo que hemos sido. Somos la historia que nos contamos y también somos las historias que leemos. Somos de quienes nos rodeamos. Somos de donde somos, del clima, la comida y el acento. Somos pedazos de nuestros amigos, y dejamos de ser en esa misma proporción cuando un amigo se va.
Somos armaduras de acero impenetrables cuando se trata de cuidar las heridas. Somos uñas y dientes para defender a los nuestros. Somos fragilidad y temor cuando nos reconocemos en totalidad.
Somos la posibilidad de ser musas y quedar atrapado en alguna corriente artística. Somos también tardes en los sillones viendo pasar la vida, las series, las películas. Somos los dolores que no contamos, las canciones que cantamos.
Somos los goles que festejamos, las porras. Somos los sueños que recordamos, las lecturas que nos atraparon, las miradas que nos enamoraron.
Somos el perfume que usamos, la música que escuchamos y los amores que callamos. Somos lo que comemos, lo que pensamos, y a quien ayudamos. Somos los consejos que dimos, las fantasías que experimentamos, los textos que lloramos.
Somos paseos en los parques en silencio, aprendizajes sin palabras como cuando un niño te sostiene la mirada. Somos energía que siente, que vibra y que no miente.
Somos también el color de nuestras flores favoritas, las copas con las amigas, los viajes que no mueren.
Somos las pinceladas de nuestras obras favoritas, el silencio que las rodea. Somos lo que compramos y lo que nos interesa, los videos y en lo que nos enganchamos. Somos los likes que damos, los que recibimos, y los comentarios.
Somos la trasnochada con tu hermano en la cocina, las pláticas de coche a coche con tu vecina, los buenos días que das al policía. Somos también el reflejo de los demás. Somos también esa respuesta que el mundo espera. Somos lo que amamos. Somos de los que amamos. Somos lo que somos.
POR PAOLA ALBARRÁN
paolaalbarran1@gmail.com
IG: @paolaalbarran
MAAZ