POLÍTICA Y DIPLOMACIA SOSTENIBLE

La ebullición climática y los fenómenos aéreos no humanos

No se trata de una especulación, una opinión sin fundamento, una superchería, una creencia basada en una fe, o en una convicción religiosa

OPINIÓN

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Miguel Ruiz Cabañas / Política y Diplomacia Sostenible / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Julio de 2023, que termina hoy, es el mes más caliente desde que empezaron los registros de temperatura en el siglo XIX. Probablemente agosto será un mes aún más caliente. El calentamiento global es un hecho. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) y el Servicio sobre Cambio Climático Copérnico de la Unión Europea, cuentan con los registros detallados de temperatura en todo el globo. Se acumula la evidencia de que, año con año, el planeta registra temperaturas cada vez más altas. No se trata de una especulación, una opinión sin fundamento, una superchería, una creencia basada en una fe, o en una convicción religiosa. El calentamiento global es un hecho científicamente demostrado que no admite discusión y no, no hay otros datos. 

La información recabada por la OMM y la Unión Europea reafirma los hallazgos del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) dados a conocer el año pasado, que muestran no sólo que el calentamiento global es un hecho, sino que se está acelerando a gran velocidad. Por eso el jueves pasado el Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, afirmó que el mundo ha entrado en una nueva época: la era de la “ebullición climática”. Literalmente, el planeta está hirviendo, pero la mayoría de los gobiernos prefieren ignorarlo. https://www.ngenespanol.com/ecologia/ebullicion-global-este-fue-el-alarmante-mensaje-que-lanzo-el-secretario-general-de-la-onu/ 

Estamos viendo los efectos de esta ebullición climática, con intensas olas de calor en América del Norte, Asia, África y Europa, sequías e incendios forestales en Canadá, Grecia e Italia, y altas temperaturas en los océanos del mundo. Los científicos no tienen duda: el calentamiento global se debe a las emisiones de gases efecto invernadero (GEI) causadas por las actividades humanas, en particular por China, Estados Unidos, la Unión Europea, India, Japón, Corea, México y el resto del G20. Estos países emiten más del 80 por ciento de los GEI. Tienen una obligación mucho mayor de enfrentar la principal amenaza a la sobrevivencia de la humanidad.     

Es un reto gigantesco. Reducir las emisiones de GEI implica cambios profundos en nuestras economías, incluyendo una transición energética hacia energías más limpias, la transformación de los sistemas de transporte, de los sistemas alimentarios y la preservación de la biodiversidad marítima y terrestre, entre muchas otras cosas. Hacer frente a la ebullición climática exige un cambio civilizacional que los gobiernos de los países más poderosos no acaban de aceptar, a pesar de los llamados, urgentes y desesperados, del Secretario General de la ONU, y otras personalidades internacionales. 

Antonio Guterres cumple con su deber. Utiliza su alta posición en la ONU para tratar de impulsar un viraje que evite la catástrofe. Pero él no tiene poder. El poder lo tienen los líderes nacionales del G20, las grandes empresas, en particular las petroleras y en el sector alimentario, las instituciones financieras internacionales y los bancos privados. Son esos sectores los que deben liderar al mundo en esta carrera contra el tiempo. Los gobiernos tienen que asumir mayores responsabilidades en las conferencias de la ONU sobre cambio climático. La próxima oportunidad para impulsar esta transformación será la COP28, que tendrá lugar en diciembre en los Emiratos Árabes Unidos.  Veremos si hay decisión para alejar al planeta del apocalipsis climático.

Pero esta semana ocurrió otro evento que atrajo la atención de los medios y las redes sociales. En el Congreso de Estados Unidos tuvo lugar una peculiar audiencia sobre los “fenómenos aéreos no identificados” (fanis), en la que un ex piloto de la fuerza aérea testificó que el gobierno de su país poseía en lugares ultrasecretos “restos de aeronaves y restos biológicos no humanos”. Una declaración sin precedentes. No ofreció ninguna evidencia de sus temerarias afirmaciones, pero logró atraer la atención mundial, y dar nuevos bríos a las personas, dentro y fuera de Estados Unidos, que firmemente creen que “no estamos solos”, y que los seres de otros mundos ya están entre nosotros. Se fortaleció la enorme industria que vive explotando a los extraterrestres. Espere usted muchas conferencias, videos, libros, materiales y nuevas revelaciones llenas de dramatismo. 

No importa el hecho de que nunca nadie ha presentado, hasta hoy, evidencia científica sobre la presencia de seres extraterrestres en nuestro sufrido planeta. Pero eso no obsta para que millones de personas en todo el mundo crean firmemente que así es. El pensamiento mágico, anticientífico, que el gran astrónomo Carl Sagan denunció como un peligroso retorno a la Edad Media, está más vivo que nunca.    

Funcionarios del Departamento de Defensa respondieron que no cuentan con “información verificable alguna que corrobore las afirmaciones de que han existido en el pasado o que existen en la actualidad programas relacionados con la posesión o la realización de ingeniería inversa de materiales extraterrestres”. Por su parte, Bill Nelson, Director de la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio, la NASA, anunció que un comité científico presentará en agosto un informe sobre lo que dicha agencia realmente sabe sobre los avistamientos de fanis. Habrá que esperar el Informe.

POR MIGUEL RUIZ CABAÑAS ES DIRECTOR DE LA INICIATIVA SOBRE LOS ODS EN EL TEC DE MONTERREY

@MIGUELRCABANAS

MIGUEL.RUIZCABANAS@TEC.MX

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