MIRANDO AL OTRO LADO

AMLO, Trump y Bolsonaro

Los tres representan una manera de operación política y de ejercicio del poder que servirá a futuras generaciones como modelo a seguir, para quienes aspiran a repúblicas demacradas

OPINIÓN

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Ricardo Pascoe Pierce / Mirando al Otro Lado / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Estos tres personajes, AMLO, Trump y Bolsonaro, lucran con la acusación de fraude electoral, mientras los tres fueron electos Presidente. Los tres utilizaron la extrema polarización social, económica y política como su instrumento privilegiado para sostenerse en el poder. Y los tres han coqueteado con la reelección, cada uno en contextos jurídicos y políticos diferentes. AMLO, Trump y Bolsonaro han utilizado la fuerza que les otorgó el hecho de ser Presidente de sus respectivos países para acumular una base económica personal, familiar y de grupo con el propósito de seguir ejerciendo el poder, aún estando fuera de él.

Los tres representan una manera de operación política y de ejercicio del poder que servirá a futuras generaciones como modelo a seguir, para quienes aspiran a repúblicas demacradas pero controladas autoritariamente bajo el disfraz moral de la uniformidad y subordinación. Los tres destruyeron el tejido moral de tres democracias representativas, socavando la confianza de la ciudadanía en las instituciones democráticas. Lograron mermar la credibilidad de los jueces, los educadores, los religiosos, policías, legisladores, médicos, científicos, empresarios.

Ese fue su gran objetivo, y lo lograron. Después de ello, apoderarse del sistema de control político fue como avanzar sobre una supercarretera a toda velocidad. Con la desmoralización social, todo estaba listo para caer en sus manos. También es significativo que es irrelevante su supuesto “signo” ideológico o político. Lo importante, lo que los unen espiritual- y políticamente, es su extremismo. ¿Extrema izquierda o extrema derecha? Da lo mismo, cuando sus políticas públicas entran en operación. El Estado y sus palancas para ejercer el poder de coerción es lo único que importa. Izquierdas y derechas coexisten en una economía de mercado, donde el Estado regula para el beneficio de los designados por el Presidente.

Subyace en los tres un discurso de la “relativización de los valores”, al mismo tiempo que insisten en ser portadores de los “nuevos valores sociales”. Su narrativa refrenda la idea potente pero subjetiva de que el colectivo social se beneficia cuando acepta desechar reglas y normas de convivencia de la comunidad bajo la narrativa de que son un freno a su desarrollo personal. Por ejemplo, si tener una buena educación no sirve para el desarrollo personal, sino la posibilidad de engañar al menos apto para salir adelante, pues ese es el camino al éxito en la vida.

El agandalle como vehículo para alcanzar logros personales. En el caso de AMLO se expresa en su glorificación del narcotráfico y la destrucción de las instituciones democráticas, mientras Trump promueve la inmoralidad e ilegalidad en actos y palabras como legitimación “del progreso” individual. Bolsonaro ofrece, envuelto en un paquete de celofán evangelista, la normalización del atraco como forma de avance personal, poniendo la legitimada destrucción de la Amazonia como ejemplo, junto con el armado de la población para combatir los unos contra los otros, teniendo al Estado como referí en la pelea.

AMLO quiere que “sus pobres” tengan la impresión de que, al recibir dinero que él les regala, están robando, juntos, a los ricos y clases medias que ingenuamente pagan impuestos. Un Robin Hood moderno, supuestamente estimulando así el consumo en el mercado capitalista mexicano. Todo es complicidad y agandalle, hasta donde tope. Su gran logro moral es la individualización de la sensación de pobreza, cada quien en su tragedia. Esa individualización es, al mismo tiempo, la destrucción de una idea de comunidad o de fuerza colectiva. La individualización debilita al sujeto y lo hace más dependiente del todopoderoso Presidente. Es una forma populista de subordinación. Un efecto necesario de la individuación obradorista es la destrucción del tejido moral de la sociedad. La desmoralización social conlleva a la polarización, el desencanto y mucha, pero mucha violencia.

Trump normaliza la evasión fiscal, el robo al cliente y todo engaño “necesario” para avanzar en lo individual, abusando de las mujeres incluido. Otro Robin Hood, dentro del mercado estadounidense. Al promover la normalización de la inmoralidad, cuestiona el papel y la necesidad de las instituciones estatales normativas y logra que la sociedad dude sobre la necesidad del orden y el progreso. Esa desmoralización afecta las relaciones entre comunidades y es el terreno propicio para la gestación de odios raciales, religiosos y de clase social. La individuación y aislamiento como política de Estado.

Nada es un accidente. La violencia en la sociedad estadounidense, al igual que en la mexicana, es producto directo del rompimiento del tejido moral y ético de la sociedad. Junto con esa ruptura viene la polarización, odios acrecentados y acusaciones cruzadas que no parecen tener posibilidad de solucionarse.

Bolsonaro promueve la individualización al acusar “al Estado” de preparar el fraude electoral, pues en Brasil, como en México, la autoridad electoral es centralizada y nacional (a diferencia de Estados Unidos, que se descentraliza en cada estado). La acusación de fraude electoral en Brasil, al igual que en México, es un llamado a desconocer los Poderes del Estado nacional y a las instituciones que de él emanan. Durante toda su campaña electoral, Bolsonaro denunció el “fraude electoral” como una inevitabilidad. Intentó dominar los órganos electorales, y fracasó.

Así que su denuncia poselectoral de que perdió la elección por un fraude de los órganos electorales, como la manipulación de los votos electrónicos por un pernicioso algoritmo manipulado, no fue sorpresa para nadie. Bolsonaro alegó lo mismo que López Obrador en el 2006. Ambos sin poder probar nada, pero indignados hasta la médula y llenos de un rencor existencial. (Nota literaria: en estos dos casos, “existencial” quiere decir para el resto de la vida.).

Una cosa debe quedar clarificada. A pesar de que AMLO se dice de “izquierda”, mientras Trump y Bolsonaro son de “derecha” (muchos dirían “extrema izquierda” y “extrema derecha”), lo cierto es que, en estos tres ejemplos, esas categorías pierden totalmente su sentido. Esto es así porque los tres obran políticamente de la misma forma. Promueven la individualización de los ciudadanos, para que se movilicen únicamente alrededor de la figura del Poder y no en torno a sus organizaciones sindicales, comunitarias, escuelas, gremios profesionales, iglesias, etc.

Ninguno de los tres sujetos quiere una sociedad organizada e independiente de ellos. No quieren órganos autónomos de gobierno. Quieren concentrar el poder, la atención y ser el único foco de afecto popular. El ejemplo más claro fue la concentración de AMLO en el zócalo el día de ayer. El objetivo era uno sólo: que todos gritaran al unísono “El Pueblo Ama al Líder y el Líder Ama al Pueblo”. Es un modelo político de populismo con un fuerte tufo e inclinación fascista.

Los tres políticos se mueven hábilmente entre el manejo del Estado y sus instrumentos regulatorios de la economía al mismo tiempo que usan el mercado y los negocios para acrecentar su riqueza personal, familiar y de su proyecto político. Simultáneamente denuncian la corrupción de los políticos y empresarios de antaño. Criticar el pasado les ha resultado rentable políticamente, y vaya que hay sentimientos populares amplios de acuerdo con sus críticas.

Lo que se oculta, sin embargo, es que esa crítica al pasado es el biombo detrás del cual se ocultan sus manejos corruptos de igual o mayor cuantía. AMLO, Trump y Bolsonaro caminan en la misma dirección y comparten el mismo propósito. Y cuando por fin abandonen el poder, las tres sociedades enfrentarán la ardua tarea de reconstruir la institucionalidad de una República democrática, diversa, recuperando un Estado de derecho que refleje el pacto social que dió origen y orden a la concordia nacional.

POR RICARDO PASCOE

COLABORADOR

ricardopascoe@hotmail.com

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