COLUMNA INVITADA

Polarización, alianzas y elecciones

El acercamiento entre el Partido Popular (PP), de centro derecha, con Vox, de extrema derecha, es cada vez más firme rumbo a las elecciones de julio

OPINIÓN

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Claudia Ruiz Massieu / Colaboradora / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El centro está en peligro de desvanecerse del mapa político. En todas las regiones del mundo, los sistemas de partidos transitan hacia una mayor polarización, como lo muestran las elecciones del mes pasado en España y Turquía. 

En España, las elecciones reflejaron la reconfiguración de los equilibrios entre las fuerzas políticas, que marca el comienzo de una nueva era en las dinámicas del sistema político. Las comunidades autónomas serán gobernadas cada vez más por bloques definidos en términos estrictamente ideológicos, en los que los partidos del centro están cediendo a la tentación de aliarse con los extremos. El acercamiento entre el Partido Popular (PP), de centro derecha, con Vox, de extrema derecha, es cada vez más firme rumbo a las elecciones de julio. Y se mantiene la alianza liderada por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), de izquierda moderada, con Unidas Podemos. 

Los resultados de los comicios significaron una contundente victoria para la derecha y un rotundo descalabro para la izquierda, que perdió comunidades que históricamente la habían respaldado, como Aragón, las Baleares y Valencia. Sin embargo, quizás el cambio más profundo y significativo sea, precisamente, el componente que quedó fuera de las coaliciones: la desaparición del centro. Ciudadanos, el partido liberal nacido en Cataluña hace menos de dos décadas, perdió prácticamente todo su peso en cualquier institución autonómica o local. El sistema de partidos español enfrenta un ambiente complejo para la convivencia democrática institucional y la solución pacífica de las diferencias propias de una sociedad plural. 

En Turquía, las elecciones fueron una prueba de fuego para el bloque de seis partidos de oposición, la Alianza Nacional, conformada con el único propósito de derrotar al populismo autoritario encabezado por el presidente Erdogan. Pese a las dificultades, la alianza logró convenir en un solo candidato y presentarse a la elección como un frente unido y cohesionado. Gracias a su integración plural (que incluía por igual a nacionalistas, laicos e incluso islamistas) la coalición logró reagrupar a buena parte de la oposición en torno a un proyecto conjunto. Los resultados electorales demostraron la profunda polarización de la sociedad turca y, a la vez, una gran disposición a trascenderla. 

Si bien la Alianza Nacional no logró la ansiada alternancia, el esfuerzo no fue en vano. La segunda vuelta presidencial reveló la existencia de una competencia real por el poder político y con ello el fortalecimiento de la oposición y. Con todas sus ventajas estructurales, así como la impunidad con la que comete irregularidades en los comicios, el régimen de Erdogan no está sólido. El principal mérito no es de la coalición, sino de la ciudadanía. Los resultados no habrían sido posibles sin el 90% de participación en la jornada del pasado 28 de mayo. 

En los ciclos electorales por venir, parece inevitable que los electores, en cada vez más países, se enfrenten a una boleta dividida entre “nosotros” y “ustedes”. Sin embargo, la realidad y la política son mucho más complejas que un enfrentamiento permanente entre bloques antagónicos. Es urgente superar esa lógica dicotómica que busca imponerse como la manera predominante de hacer y entender la política. Si no lo hacemos, será imposible construir consensos democráticos y nuestras sociedades estarán en riesgo de estancarse en la división, el encono y el odio. 

POR CLAUDIA RUIZ MASSIEU

@RUIZMASSIEU 

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