COLUMNA INVITADA

“Señor, el pueblo ya perdió la fe en usted…”

El 25 de mayo de 1911 Porfirio Díaz dialogaba con el ingeniero Alfredo Robles Domínguez

OPINIÓN

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Rubén Martínez Cisneros / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El 25 de mayo de 1911 Porfirio Díaz dialogaba con el ingeniero Alfredo Robles Domínguez, delegado personal de Francisco I. Madero, para solicitarle que concretara su renuncia. De acuerdo con Agustín Aragón Leyva, en su libro La vida tormentosa y romántica del general Adolfo León Osorio, la situación se desarrolló de esta manera: 

-Pero si yo he prometido que renunciaré, ¿entonces por qué sigue el pueblo amotinado y amenazante frente a mi casa? -preguntó el mandatario con gesto adusto. -Señor, es porque el pueblo ya perdió la fe en usted…-replicó con voz firme el representante del antirreeleccionismo. 

El ambiente que se vivía en la residencia de Porfirio Díaz está descrito en la enciclopedia Crónica Ilustrada/Revolución Mexicana Publex 1969, “En la casa número 8 de la calle de la Cadena la gente hablaba en voz baja, los sirvientes caminaban de puntillas, Don Porfirio, reclinado en un canapé victoriano, envuelto en un capote militar, se había sumido en un mutismo del que no se atrevían a sacarlo ni sus parientes ni sus colaboradores”. 

Continúa, “… el general Porfirio Díaz se decidió. Dispuso el papel, un pliego color de rosa ornado con un monograma en oro, y dictó la renuncia. Ya sin vacilación, estampó al pie su firma de trazo fuerte y rúbrica española. 

“El pueblo mexicano, ese pueblo que tan generosamente me ha colmado de honores, que me proclamó su caudillo durante la guerra de Intervención, que me secundó patrióticamente en todas las obras emprendidas …ese pueblo , señores diputados, se ha insurreccionado en bandas milenarias armadas , manifestando que mi presencia en el ejercicio del Supremo Poder Ejecutivo es la causa de su insurrección…lo hago con tanta más razón que cuando para retenerlo, sería necesario seguir derramando sangre mexicana…”. 

Porfirio Díaz -quien, desde el 1 de diciembre de 1884, durante 30 años, tres meses y 18 días, había convertido en feudo personal toda la extensión de la República Mexicana -abandonaba la Ciudad de México el 26 de mayo de 1911 a las 4 de la mañana, de acuerdo con el fiel testigo del reloj Otomano, rumbo al exilió del cual nunca regresó; sus últimos días los vivió en París, Francia, en la Avenida del Bosque de Boulogne número 23, donde falleció el 2 de julio de 1915, a los 89 años de edad. 

Los postreros instantes de la vida la vida de don Porfirio los registra Martín Luis Guzmán directamente de los labios de doña Carmen Romero Rubio, en su libro Muertes Históricas: tránsito sereno de Porfirio Díaz, “A media mañana del 2 de julio la palabra se le fue abandonando y el pensamiento haciéndosele más y más incoherente. Parecía decir algo de la Noria, de Oaxaca…Perdió el conocimiento a las seis…tenía toda la frialdad de la muerte”. 

Está sepultado en el panteón francés Mont Parnase, justamente a un lado de Charles Baudelaire. En su Memorias se lee, “Nací en la ciudad de Oaxaca, el 15 de septiembre de 1830…”. 

Jocelyn Medina Montalvo y Rubén Martínez Cisneros 

COLABORADOR

MAAZ