COLUMNA INVITADA

El odio a los migrantes

¿Por qué odiar a un semejante en situación de penuria como es a quien migra, ya sea por motivos políticos, seguridad y hasta de protección de la vida?

OPINIÓN

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Diego Latorre / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Es un sentimiento inexplicable. Aun cuando el fenómeno migratorio conlleve ciertas justificaciones, motivos, examen estadístico, el odio al migrante es incomprensible.

¿Por qué odiar a un semejante en situación de penuria como es a quien migra, ya sea por motivos políticos, seguridad y hasta de protección de la vida? ¿De qué sirven las clasificaciones migratorias, cuando para el Estado y su población, no hay diferencias? El común denominador es el odio. Se odia al migrante; no hay explicación posible; se le odia por lo que es, por lo que representa; por su aspecto; por su acento y color de piel; se le odia por que sí, porque es vago, asesino, violador, ladrón; se le odia porque representa lo peor de cada casa; se le odia porque es el ejemplo de la inmundicia en su lugar de origen; se le odia por su ilusa aspiración a querer vivir mejor; se le odia porque es un espejo en el que podemos vernos.

No hay otra palabra, no hay atenuantes, es odio lo que hace que unos custodios condenen a 39 migrantes a morir calcinados. No hay más que odio en un Estado que pone tras las rejas a migrantes por haber cometido una falta administrativa; llamar eufemísticamente “centros de detención migratoria” a recintos de donde no escapa ni el fuego, es odio; hay que tener odio y mala entraña para voltear la mirada y abandonar a seres humanos ante una situación de peligro real e inmediata. ¡Qué miseria la nuestra!

Lo sucedido en Ciudad Juárez es indignante y refleja con nitidez un hecho insoslayable: el desprecio a nuestros semejantes. Es un síntoma incontestable: la podredumbre de las sociedades actuales. Es característica de la raza humana: el odio.

¿Qué diferencia hay entre un guardia de Auschwitz y el encargado del recinto migratorio? ¿De qué sirven los discursos oficiales, los tratados y los usos y costumbres internacionales ante esta tragedia? ¿Cómo llamar “hermano” a alguien que muere abandonado a su suerte o peor aún, en una hoguera infame?

Hoy fue en México, ayer en Texas, anteayer en Melilla, y no hace mucho, en la isla de Lesbos y lo es a diario en el mar de muerte que es el Mediterráneo. La migración es una catástrofe humanitaria que, en vez de mitigarse, se exacerba; que el mismo sistema provoca y repele. ¿Qué soluciones puede brindar un sistema que premia las “detenciones forzadas de migrantes” y castiga cualquier política de “puertas abiertas”? Los anteriores Gobiernos de México y el actual son los responsables de ésta y otras tragedias, por acción u omisión, por haber sido comparsa de la peor política migratoria y antinmigrante de los Estados Unidos de América.

No basta con la indignación colectiva; no basta con las renuncias de funcionarios, tampoco con el encarcelamiento de los responsables directos… todo seguirá igual, a menos que dejemos de odiar.

 

POR DIEGO LATORRE LÓPEZ
SOCIO DIRECTOR DE LATORRE & ROJO, S.C.
@DIEGOLGPN

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