GENDA LEVANTINA

Hacia la transición en Turquía

Existe una tendencia mundial de minar la práctica democrática y sus alcances globales. Hay una lucha entre el autoritarismo y la democracia

OPINIÓN

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Marta Tawil / Agenda Levantina / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Si bien en estos días el conflicto interno de enorme violencia en Sudán acapara la atención de los medios, las elecciones presidenciales del próximo 14 de mayo en Turquía plantea riesgos importantes para el entorno regional, a la vez que confirma tendencias mundiales. La elección se realizará en un contexto de crisis económica y social, del recuerdo de los terribles terremotos que asolaron el sur del país en febrero pasado, y del centenario del nacimiento de la República de Turquía (noviembre 1923).

El presidente Recep Tayyip Erdogan, luego de 20 años en el poder, ha pasado comportamiento autoritario, vengativo, paranoico, y busca prolongar en el poder su presencia y la de su movimiento (AKP). Una de sus acciones ha sido entorpecer las elecciones y el aparato electoral. Tras el terremoto devastador de febrero, Erdogan decidió adelantar las elecciones, lo que confundió a la oposición y acortó su tiempo de organización.

Asimismo, el cierre del aeropuerto de Hatay parece diseñado para ayudar a Erdogan en las encuestas; en todo caso el alcalde de Hatay dice que la interrupción continua de los vuelos significa que los evacuados no pueden regresar para las elecciones del 14 de mayo. Además, en el marco de la polarización social que Erdogan mismo ha alentado, seduce a la ultraderecha, los militares y las fuerzas paramilitares (como el cártel de los Lobos Grises, ultranacionalista y violento).

En la oposición destaca Kemal Kiliçdaroglu, veterano líder de 74 años del CHP (Partido Republicano del Pueblo, primer partido de la oposición, centroizquierda), quien se perfila como el principal contrincante.

Lo apoya una alianza unida en torno al objetivo de la transición. Las circunstancias sociales, económicas y de política exterior ofrecen una oportunidad a la oposición en Turquía de avanzar. La crítica de Kiliçdaroglu es popular, mordaz, estructurada, coherente y consecuente.

Así, por ejemplo, ha denunciado la malversación de fondos de los ejecutivos islamo-conservadores del partido de Erdogan; su obstinación logró doblegar al gobierno en 2008, cuando sus acusaciones de corrupción provocaron la dimisión del vicepresidente del AKP. Desde luego, queda por ver si las diferencias ideológicas y algunos egos inflados dentro del bloque opositor terminan por minar su eficacia frente al AKP y sus socios; además, la alianza de seis partidos liderada por CHP no ha podido influir en los indecisos.

Como en otros espacios, la posible transición encarna una lucha entre el autoritarismo y la democracia. Las tensiones o acuerdos regionales pueden aportar a la balanza. Erdogan mira con preocupación la degradación política en Sudán, país estratégico para Ankara en la lucha de influencia en el Mar Rojo y con el cual mantiene fuertes lazos económicos y diplomáticos, es también porque se volvió una fuente más de proyección de influencia, que ansiaba como fuente de legitimidad interna. Una legitimidad que se escapa.

 

POR MARTA TAWIL

IINVESTIGADORA DE EL COLMEX

LSN