ARTICULISTA

Chipperfield y el Museo Jumex

El recinto diseñado por el renombrado arquitecto británico, ganador del Pritzker 2023, es uno de los principales espacios culturales de la Ciudad de México

OPINIÓN

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Bernardo Noval / Articulista / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La evolución del museo, tanto como institución y edificio, ha tenido un avance considerable en el siglo pasado y lo que va del presente. La característica más sobresaliente del museo contemporáneo como parte de esa evolución ha sido su arquitectura. 

En siglos pasados, las colecciones se albergaban en edificios construidos para otra función y posteriormente adaptados; sin embargo, hoy en día la construcción o renovación de un museo significa hacerlo por sí mismo una obra de arte. Donde el edificio pasa a ser una obra más del conjunto expuesto y a tener igual o mayor peso que su contenido, correspondiente a su acervo expuesto.

En la Ciudad de México, el Museo Jumex -diseñado por el renombrado arquitecto británico David Chipperfield, ganador del Pritzker 2023-, se ha convertido en una de las principales plataformas culturales de la Ciudad de México. El museo abrió sus puertas en noviembre de 2013, con la finalidad de convertirse en uno de los mayores exponentes para la difusión, producción y reflexión del arte contemporáneo en nuestro país. 

La selección de Chipperfield para diseñar el museo parece que fue todo menos una coincidencia o un capricho de los miembros de la Fundación Jumex. La experiencia del arquitecto es vasta e incluye el River&Rowing Museum en Henley-on-Thames, el Neues Museum de Berlín, el Figge Art Museum en Davenport, el Museum of Modern Literature de Marbach, el Design Museum de Londres y la Galería Turner Contemporary de Kent, Inglaterra.

Sin embargo, la primera obra del arquitecto británico en América Latina resuelve tres paradojas: ¿Cómo insertarse en una parcela asfixiada, dentro de un contexto fragmentado?, ¿cómo trabajar con una mano de obra local distinguida tanto por sus habilidades artesanales como por su poco rigor constructivo? y ¿cómo convertir un espacio privado para el arte en un lugar público? Frente a estas disyuntivas, Chipperfield apostó por una simplificación tanto de formas como de materiales y para establecer un equilibrio entre el deseo de lograr una apertura espacial y la necesidad de cumplir requerimientos museográficos que exigen espacios cerrados.

Por ello, el museo ofrece espacios con diferentes alturas e intensidades de luz natural en los que los artistas contemporáneos y los diferentes curadores son invitados a intervenir y jugar con estos recursos. Así, las posibilidades de organizar exposiciones o acciones se multiplican con una variedad de espacios que van de ambiguos ámbitos interior-exterior, a convencionales salas neutras. 

Las instalaciones, que cuentan con paredes de hormigón y travertino de origen local, disponen de más del doble de espacio de exposición del que existía donde estaban expuestas previamente. De igual forma el uso extensivo de avanzadas soluciones de acristalamientos interiores y exteriores dan respuesta al interés mostrado por el arquitecto en utilizar la mayor cantidad de luz natural como fuera posible. 

La narrativa de esta obra arquitectónica comienza por el objetivo de despertar en los diferentes tipos de visitantes su sensibilidad y sentido crítico. Efectos que se logran desde que se observa el museo en el exterior anclado entre tanta arquitectura comercial, donde el carácter del edificio sobrevive y se afirma gracias a la visión de su autor en crear un museo discreto, memorable y eficazmente extraño. 

POR BERNARDO NOVAL

CEO MUST WANTED GROUP

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