AIRE PARA PENSAR Y DEJAR PENSAR

Ponte flamenco

Entrar al mundo de las palmas, de la luna, del quejio, las cuerdas de la guitarra y el oído para tejerlo

OPINIÓN

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Paola Albarrán / Aire para pensar y dejar pensar / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Entre más sabes te das cuenta de que menos sabes, y es así esta paradoja de la vida en general. Vengo de bailar una semana entre gitanos que tienen en la sangre el compás de una bulería y dicen que son los "Aires de Jerez". Los nativos del barrio de San Miguel y Santiago nacen entre brazos y palmas. Se les desarrolla esta mirada profunda y mágica.

Y es que una bulería si no se siente, no se baila. No es una coreografía que puedas aprender, es un lenguaje. Pero hay ciertas reglas básicas, que si las estudias un poco te puede dar un mapa para no perderte.

Para salir a bailar no puedes ir como torbellino, tienes que salir contenida, guardar tu toque para después. Tienes que salir con todas las ganas, pero sin mostrar lo que te importa estar ahí, es esta poker face que te hace ganar el juego.

Entre muchas cosas técnicas que dictaba el oído para intentar domar a la mente y lograr que saliera por el cuerpo, me preguntaba la parte quizás menos importante, pero que sin ello no estaría el baile. Para los que no son tan flamencos, es ese momento de estar en un círculo y pasar al centro a bailar. Esa caminada aplana el terreno y llama la atención. Está encaminada a decir: “Es mi turno, ahí les voy”.

Hay diferentes momentos de entrar. El arte nace de aquello que los que saben llaman duende.

Lo importante es saberte lista y valorada, marcar tu ritmo, marcar tu espacio, y meter en el compás tu arte. Es saberte no juzgada, si no acompañada. Al bailar te conviertes en el director de la orquesta, entre las palmas, el canto y la guitarra.

Marcas una rueda de la guitarra, algunos compases que marcan el ritmo. Para entonces poder llamar, llamada son estos pisotones más fuertes que entran para poder acentuar la letra. Lo interesante de esto es que ese acento está en donde tu sientes que está, es decir, nada está escrito, tú decides. La llamada es cuando te llama tu alma a bailar, es cuando tu cuerpo siente ese arrebato de salirse de sí… de entregarlo todo, de dar de más. Ese acento que te despeina, que marca tu patada, esa puntillada que va a marcar tu estilo.

Bailar, dejar de pensar, dejar de meter la cabeza y dejar salir al duende para acentuar, vivir, sentir. Esto que señala tu personalidad, la famosa patada por bulería.

Una vez que hayas bailado debes de recoger aquel arte que ha salido de la mejor versión de ti mismo. Son esos pasos para atrás para decirle al cante y a la guitarra: "Me voy a ir", para que juntos como equipo podamos cerrar. Aquello que no se planea, pero se disfruta. De una bulería se sale con decisión, con el cuerpo, con el alma, con la mirada, con el cierre del cante.

Pero para bailar, necesitas a esa tribu que te pueda tocar las palmas. A ti, ¿quién te toca las palmas? ¿Quién es esa tribu que está presente para ti? ¿Quién pone esa intención y te pone el ritmo? ¿A quién le gusta verte brillar? ¿Quién disfruta de tu luz?

Y es que cuando te sientes segura de ti misma es cuando sales a bailar, cuando estás lista y encuentras el ahora, y ocupas tu sitio dentro del grupo que palmea para ti.

Y entonces entiendes la magia de que todo se vuelve un círculo virtuoso, cuando tus palmas ahora se vuelven a palmear al próximo integrante de tu tribu y todos los oles van para alguien más.

POR PAOLA ALBARRÁN

paolaalbarran1@gmail.com
IG: @paolaalbarran

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