COLUMNA INVITADA

Utopías construidas de Félix Candela

Félix Candela Outeriño (1910-1997) proyectó cerca de 2 mil proyectos de ingeniería con cubiertas de su peculiar desarrollo tecnológico

OPINIÓN

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Luis Ignacio Sáinz / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Félix Candela Outeriño (1910-1997) proyectó cerca de 2 mil proyectos de ingeniería con cubiertas de su peculiar desarrollo tecnológico: los paraboloides hiperbólicos. De este universo se construyeron alrededor de la mitad, lo cual representa un porcentaje tremendo de asertividad, inigualable para cualquier otro proyectista estructural. Fue capaz de darle al hormigón un tratamiento elástico y dinámico, al grado de semejar una red textil.  

A lo largo y ancho del territorio nacional existen obras de su autoría y del uso de su sistema constructivo que, en ocasiones, trascendía el concreto y recurría a cubiertas metálicas ancladas como el caso del casco de cobre del Palacio de los Deportes Juan Escutia (Iztacalco, 1968) uno de los escenarios deportivos de las XIX Olimpiadas celebradas en nuestro país, que contara con la colaboración de Antonio Peyri y Enrique Castañeda Tamborell 

Para no abundar comentaré en exclusiva dos obras poco conocidas de su incansable imaginación localizadas en Coyoacán donde existen muchas más: una obra civil y una obra sacra. Subrayo que ambos géneros, el de las industrias y el de los templos o conventos, destacan en su producción.  

La fábrica (1955) se ubica en la calle de París 119, entre Aguayo y Allende, en la colonia Del Carmen. Se trata de una planta maquiladora de ropa de marcas europeas de prestigio; cuya nave industrial se despliega en 1,800 m2 cubiertos a partir de 12 paraguas invertidos de 11 x 12 m c/u diseñados a modo de “coladores” para garantizar la iluminación necesaria en los procesos de producción textil, además las cubiertas se distribuyen en tres andadores manteniendo su articulación con una dentadura estructural que soporta cancelerías de vidrio que fortalecen el paso de la luz, del mismo modo que los límites de la construcción cuentan con muretes de vitro-block que refuerzan la transparencia, y garantizan la flexibilidad estructural dinámica en caso de que las losas requieran trabajar. Hoy día se ha desmontado la línea de producción apreciándose la limpieza del diseño, que se encuentra ahogado en sus extremos por construcciones bastardas posteriores. Alojará sin remedio algún proyecto inmobiliario residencial. 

La capilla (1959-1960) se localiza en el corazón del predio que alberga al convento de monjas de san Vicente de Paul en la Cerrada del Pedregal esquina Francisco Sosa 320, en la colonia Santa Catarina. El hacedor de imposibles contó en este como en otros casos con la colaboración de Enrique de la Mora y Palomar y de Fernando López Carmona. Se trata de un edificio casi invisible, imperceptible desde la calle, situado al centro del terreno, transparente y lleno de luz con un vitral en cruz que corre por la losa, con una cubierta espectacular, inspirada en la toca de las monjas de la congregación vicentina. Además, tiene una vidriera enorme. Tres paraguas parecen sostenerse en el aire, apoyándose de forma puntual en dos de sus vértices. Su unión con las barras metálicas se parece a las costuras que unen las mallas de una cubierta tipo membrana, lográndose la supresión de las trabes de borde.  

Auténticas utopías construidas por este valenciano universal que se nacionalizara mexicano en 1941 y que después de que fuera expulsado de su cátedra en la UNAM en 1971 decidiera radicar a partir de entonces en el vecino del norte adoptando la nacionalidad estadounidense en 1978. Un caso tristísimo del canibalismo profesional, político y cultural imperante en México.     

LUIS IGNACIO SÁINZ
COLABORADOR
SAINZCHAVEZL@GMAIL.COM

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