COLUMNA INVITADA

El país de las clases medias: el objetivo de México para ser un país del estado de bienestar

Quizás es en la concepción que se tenga acerca del fenómeno de la desigualdad en donde se podría situar la diferencia más significativa entre izquierdas y derechas

OPINIÓN

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Luis Miguel Martínez Anzures / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Hace un par de semanas, el canciller Marcelo Ebrard, tuvo una entrevista larga y ampliamente ilustrativa en un medio de comunicación del Estado. En su encuentro con la televisión local, el funcionario público fue muy didáctico en sus intervenciones, para describir cuáles serían los ejes principales en el camino del desarrollo económico, social y político, en las décadas que están por venir en el país.

El alto funcionario mexicano fue contundente al hablar de ciertos temas que se requerirán para reactivar la maquinaria de desarrollo económico en México. Desde su óptica, se necesita una nueva ley en materia fiscal, agilizar el crecimiento económico nacional a niveles de 5 por ciento y nuevos mecanismos de redistribución de la riqueza para dotar de mejores servicios y oportunidades a los mexicanos más vulnerables.

El encuentro entre la prensa y el funcionario nacional, fue muy ilustrativo al abarcar un conjunto de tópicos que comprenden la nueva política del siglo XXI y la visión particular que Marcelo tiene sobre las áreas de oportunidad, los riesgos y amenazas que la nación tiene en su horizonte inmediato.

Ebrard mencionó que definir el espectro ideológico en el mundo de la actualidad es sumamente complejo, debido a la ausencia de definiciones claras acerca de problemas como economía, sociedad o medio ambiente, tan sólo por mencionar algunos. Pese a ello, quizás es precisamente en la concepción que se tenga acerca del fenómeno de la desigualdad en donde se podría situar la diferencia más significativa entre izquierdas y derechas, ya que para algunos políticos el fenómeno de la desigualdad en cualquiera de sus formas no es más que una anomalía del modelo económico que puede autocorregirse, si se dinamiza la producción y aumenta la competitividad.

Pero las aportaciones más significativas de este intercambio de puntos de vista, sucedieron cuando el profesional en temas internacionales refirió que la construcción de un Estado de bienestar para las siguientes décadas en México, debe ser una prioridad para cualquier candidato(a) a la Presidencia. Lo anterior, por supuesto, debe ir de la mano de establecer una tasa de crecimiento mínimo que, como ya se ha referido antes, ronde 5 por ciento de crecimiento económico sostenido y el incremento gradual en la base tributaria, así como, del establecimiento de mecanismos de redistribución de los servicios y los ingresos del Estado en favor de los que menos tienen, para, de esta manera, reactivar el “ascensor social” que lleva descompuesto décadas en este país. Se trata, en síntesis, de generar más clases medias y hacer una sociedad más equitativa.

“Para un Estado de bienestar necesitas tener tasas de crecimiento más altas, además tenemos una urgencia de ello, ¿por? Porque tu promedio de edad ya va a llegar a 30 años… Necesitas salarios más altos, crecimiento económico más rápido, pero tienes una urgencia demográfica de llegar a eso… y si no logras hacerlo pronto, va a ser más difícil que con una población más envejecida dentro de 20 o 30 años logres ese Estado de bienestar”.

Por lo tanto, para poder acelerar la máquina del crecimiento económico nacional, es necesario aprovechar el entorno internacional, cuyos aires han cambiado a partir de la crisis sanitaria del COVID-19 y la guerra económica entre China y Estados Unidos, ya que el ambiente geopolítico en el mundo modificó sus reglas de operación. Entonces, se debe incrementar de manera sustancial el abanico de tratos comerciales con otros países que no sean Estados Unidos, sin afectar la interacción permanente con esta nación.

Otro pilar de desarrollo económico que se debe detonar en el corto plazo debe ser el fenómeno de la relocalización de las empresas asiáticas en el mundo, en especial, en la franja fronteriza con Estados Unidos para consolidar dicho fenómeno y, tal como lo ha mencionado el canciller, es prioritario construir nuevos parques industriales que puedan servir para albergar dichas inversiones. Todo lo anterior no servirá de nada si el ritmo de crecimiento económico en el país para las dos siguientes décadas no se agiliza y se logran estándares por encima de la media continental. Para la administración pública nacional, lo anterior conlleva una reingeniería de procesos y una reinvención casi total de sus ritmos de trabajo, ya que, de seguir el Estado nacional con una burocracia lenta, es casi un hecho que la posibilidad de aprovechar los aires de oportunidades económicas mundiales que hoy son positivos, pronto no lo serán más.

El momento de acrecentar las finanzas públicas y robustecer los servicios del Estado mexicano es ahora, incrementar la apuesta por la generación de una nueva clase media que logre permear una buena parte de la pirámide poblacional debería ser un objetivo para ser alcanzado en las décadas que se aproximan.   

POR LUIS MIGUEL MARTÍNEZ ANZURES
PRESIDENTE DEL
INSTITUTO NACIONAL DE ADMINISTRACIÓN PÚBLICA

 

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