AIRE PARA PENSAR Y DEJAR PENSAR

Una y 50 estrellas

La migración es un tema que ha cobrado una gran relevancia en los últimos años. En la época de Navidad, esta situación se vuelve aún más palpable

OPINIÓN

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Paola Albarrán / Aire para pensar y dejar pensar / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Una estrella luminosa apareció en el cielo, y sin dudarlo los pastores fueron detrás de ella en búsqueda de la buena nueva.
Hoy son 50 estrellas las que aparecen y ondean con poder y promesas de cumplir el sueño americano y de poder tener buenas nuevas.

Hace 2024 años también existió el fenómeno de la migración. Fue la Virgen María y San José a Belén a espaldas de un burrito.
Así nació Jesús, en un lugar que nunca había estado y lo hizo suyo. Luego huyeron a Egipto, por la situación que el Rey Herodes impulsó y corrían peligro.

Así que vivieron en condiciones de migrantes, de pedir caridad, refugio, y sobre todo en espera de recibir miradas compasivas para poder venir a este mundo.

Los migrantes, con los niños en los brazos, con los sueños funcionando como una gigante zanahoria que persiguen caravanas enteras persiguiendo las 50 estrellas; con la esperanza en el corazón de encontrar una mirada compasiva y un golpe de suerte que pueda cambiar su destino.

Estas caravanas hoy parecen ser un reto mundial. O decirlo como es, un problema mundial. Problema que no debería de serlo pues en su mayoría es gente buena con corazón limpio, que carga a su familia y que cada paso los acerca más a una posible distinta realidad. Lejos de los suyos, de su tierra, de su idioma, de su gente, de aquello que reconocen como patria, como casa; sin nada más que una promesa, son capaces de cruzar paisajes enteros para poder calentar un poquito más su destino, y el de los suyos.

Los migrantes actuales son como aquellos pastores que siguieron la estrella. Aquellos que con humildad caminan paso a paso ese camino hacia una esperanza capaz de cambiar el cruel destino y sin tener mucha opción, siguen los pasos que el niño Jesús escogió para llegar.

Calentarse con un poco de paja como en el pesebre, o de cartón en la calle, o simplemente buscar el calor humano de unos cuantos que los reconocen como humanos, una mirada que los dignifique.

Una cueva, un refugio lejos de lo moderno, lejos de cualquier lujo o comodidad. Regresando a la época de las cavernas. Milenios atrás es lo mismo que hemos retrocedido como humanidad. Dejando de ir entre las manos, por cuestiones de estereotipos y prejuicios, la fortaleza que la diversidad cultural ofrece como oportunidad al crecimiento y enriquecimiento social.

En época de Navidad, esta situación se vuelve aún más palpable, ya que muchas personas se ven obligadas a dejar sus hogares en busca de mejores oportunidades o para escapar de conflictos y persecuciones. El Papa Francisco, líder de la Iglesia Católica, ha abogado por la acogida y el respeto hacia los migrantes, y ha compartido valiosas ideas sobre este tema.

En su mensaje para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, nos invita a "acoger, proteger, promover e integrar" a quienes se encuentran en situación de migración. Esto implica no solo brindarles un lugar seguro para vivir, sino también ayudarles a encontrar trabajo, educación y servicios de salud.

En conclusión, la migración en Navidad nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre nuestra actitud hacia los migrantes y de poner en práctica las enseñanzas del Papa Francisco. Debemos recordar que todos somos hermanos y hermanas en la familia humana, y que tenemos la responsabilidad de acoger y respetar a aquellos que se ven obligados a dejar sus hogares en busca de una vida mejor. Siguiendo las ideas del Papa, podemos construir un mundo más compasivo y solidario, donde todos encuentren un lugar donde pertenecer.

El mundo puede cambiar, las circunstancias, los escenarios. Hagamos un acto de caridad y seamos esa cobijita en los hombros para aquellos peregrinos que dejan todo por seguir a las estrellas.

POR PAOLA ALBARRÁN

paolaalbarran1@gmail.com
IG: @paolaalbarran

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