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PISA en México: consecuencias generacionales

PISA indica una crisis generacional de competencias en México, avizorando un estigma colectivo para los jóvenes, relacionado con su dificultad para la resolución de problemas

OPINIÓN

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Erik Avilés / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Los resultados de la Prueba PISA 2022 publicados por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) exhibieron que dos de cada tres estudiantes no mostraron poseer las competencias para emplear las matemáticas ni la comprensión lectora para resolver problemas; y, en ciencias, uno de cada dos se ubicó en el nivel más bajo. Esto nos lleva a concluir que las y los estudiantes asisten a la escuela, pero no aprenden lo suficiente para demostrar competencias para la resolución de problemas.

PISA es una forma de saber si los estudiantes ejercen su derecho a aprender, pues el contar con competencias para la vida futura implica una comprensión lectora y la resolución de problemas matemáticos. Los resultados de PISA 2022 demuestran una carencia de conocimientos y habilidades que reflejan una crisis persistente de la educación mexicana.

Las consecuencias para los jóvenes evaluados en 2022 son profundas: se dificultará su incorporación al sector productivo y disminuirán ingresos esperados; pero también se les complicará seguir las instrucciones para llegar a un sitio, transbordar en un aeropuerto, llenar una solicitud de empleo, planificar sus finanzas y hasta estará en riesgo su salud, cuando haya que descifrar una receta médica.

PISA indica una crisis generacional de competencias en México, avizorando un estigma colectivo para los jóvenes, relacionado con su dificultad para la resolución de problemas.

Así como los Baby Boomers, la Generación “X” y los Millennials tuvieron marcas generacionales, así también, los estudiantes de hoy -de no actuarse pronta y efectivamente para resarcir las violaciones a sus derechos educativos- serán conocidos como Pandemials -pretexto perfecto-, siendo su estigma el notorio rezago en el aprendizaje, con amenazas como las siguientes:

Dependencia de la inteligencia artificial, con subordinación de su capacidad de discernimiento.

Sometimiento ante dispositivos electrónicos para poder desenvolverse en su entorno.

Incurrir en los riesgos que conllevan el  transhumanismo e implantes, antes que confiar en el desarrollo de las capacidades humanas propias.

Incremento de la credulidad ante los contenidos digitales y las redes sociales, quedando en manos de las fake news, el deep fake, fraudes electrónicos y otras modalidades de engaño.

Ante la falta de competencias para discernir entre realidad y apariencia se diluirán la capacidad de análisis y el pensamiento crítico.

Menores ingresos por la dificultad para generar valor agregado. Crecerán en la la dependencia de apoyos sociales.

Disminución de la movilidad social y ensanchamiento de las brechas socioeconómicas, con más personas en situación de pobreza, en sus diversas modalidades.

La disminución del coeficiente intelectual de las sociedades, ya que sus pruebas también miden comprensión lectora, identificación de patrones y en la resolución de problemas matemáticos.

Ignorar que se ignora: priorizar otros problemas sociales -reales o creados- respecto a la crisis de aprendizaje, cayendo en la manipulación de parte de políticos y tomadores de decisiones.

Creer que la educación que se recibe es buena o muy buena, aprobando las políticas educativas sin analizarlas ni evaluarlas bajo un enfoque de mejora continua, perpetuando la simulación en el sistema educativo, ante la escasa exigencia de parte de estudiantes y padres de familia.

La evolución y la sostenibilidad de nuestra sociedad están en crisis. Es crucial tomar decisiones públicas en favor del aprendizaje de las niñas, niños y jóvenes. Si ellas y ellos no aprenden, menos tendrán competencias para enfrentar al mundo en su presente y futuro.  

POR ERIK AVILÉS
DIRECTOR DE MEXICANOS PRIMERO MICHOACÁN.

@ERIK_AVILES

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