APUNTES DE GUERRA

Antisemitismo

En el conflicto armado de Israel y Hamas, asoma su feo rostro, aprovecha cualquier coyuntura para salir de las cavernas y mostrarse tal cual es

OPINIÓN

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Créditos: Especial

Mientras el conflicto armado entre Hamas e Israel se intensifica y amenaza con extenderse por el Medio Oriente y más allá, mientras las familias de las víctimas de los ataques terroristas del 7 de octubre siguen enlutadas y las víctimas de los ataques de las fuerzas armadas israelíes contra Hamas en la Franja de Gaza se multiplican, asoma su feo rostro el antisemitismo, ese que aprovecha cualquier coyuntura para salir de las cavernas y mostrarse tal cual es: ignorante, lleno de odio y de prejuicios. 

Bajo el pretexto de la justificada crítica (e incluso condena) a las represalias que ha tomado el gobierno de Israel contra Hamas, que han causado terribles afectaciones y sufrimiento a la población de Gaza, los antisemitas encubiertos reviven las viejas frases de odio que tristemente conocemos desde hace tanto tiempo. Las descripciones caricaturescas y grotescas de los judíos se reproducen como si fueran lo mismo pueblo, país, religión o gobierno, como si se pudiera etiquetar a una cultura milenaria por la conducta de unos cuantos, como si no existiera dentro de Israel y en las comunidades judías alrededor del mundo pluralidad, crítica y autocrítica, visiones diferentes acerca de lo que está sucediendo en Medio Oriente y como podría resolverse.  

Una cosa es el conflicto y otra muy diferente las expresiones de odio y rechazo a los judíos que, insisto, nada tienen que ver con la circunstancia o la coyuntura, salvo para utilizarlas como excusa.  

Nada tiene que ver el sufrimiento del pueblo palestino, ni el expansionismo promovido por Netanyahu y su gobierno ultraderechista y ultrareligioso. Tampoco la enredada historia de la región, en la que puede uno profundizar y escarbar tan lejos como se quiera en busca de respuestas. No: estamos frente a un fenómeno terriblemente añejo que se vive, que los judíos viven, todos los días y en todas partes, y que encuentra en la violencia su peor expresión.   

La violencia puede ser terrorista o puede ser la de la discriminación y la exclusión. Está en los grafitis callejeros al igual que en los insultos en las redes, en la repetición simiesca de estereotipos o en la negativa a reconocer la diversidad. Y hoy, que las imágenes de la guerra nos conmueven y sobrecogen, los antisemitas de clóset tienen la mesa puesta para dar rienda suelta a su veneno sin pudor ni vergüenza.  

Que no le cuenten, querido lector, querida lectora. Ni la solidaridad con los palestinos ni la condena a Netanyahu pueden servir como pretexto para quienes, desde antes, ya se mostraban como lo que son: los condóminos que deciden no aceptar judíos en su fraccionamiento, o los que hacen lo propio en su club deportivo o social. 

Los que usan el término “judío/judía” de manera peyorativa, como lo hace ese expresidente de pena ajena que se llama Vicente Fox, o quienes deliberadamente ignoran o minimizan el Holocausto.   

Las palabras rápidamente se convierten en acciones: el discurso de odio tiene consecuencias. No lo dejemos pasar. 

POR GABRIEL GUERRA CASTELLANOS

GGUERRA@GCYA.NET

@GABRIELGUERRAC

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