COLUMNA INVITADA

Juegos energéticos de Rusia: una apuesta peligrosa

Cuando un Estado con armas nucleares toma por la fuerza los territorios de sus vecinos o les impone condiciones, el mundo se vuelve más inseguro

OPINIÓN

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Olena Pavlenko / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Rusia lleva años usando la energía como arma. El petróleo, el gas o los "átomos para la paz" son recursos con los que hace que otros países dependan de ella. 

Y, mientras tenga la palanca "nuclear", podrá controlar y desestabilizar regiones enteras. Si Moscú pone en marcha su plan de construir, entre 8 y 10 centrales nucleares en el mundo, las consecuencias se sentirán en todos los continentes. 

Rusia lleva mucho tiempo usando la energética como arma contra sus vecinos: Ucrania, Bielorrusia y Armenia, por ejemplo. Además, ha abusado de los precios de ese producto, incluso contra Europa. Esto llevó a la política energética europea a revisar su estrategia y reducir la dependencia del suministro ruso. 

Entre 2009 y 2014, Moscú encabezó una guerra del gas contra Kiev. En ese marco, los rusos detuvieron el suministro, aumentaron los precios y luego prometieron un descuento con la condición de que Ucrania no firmara una asociación con la Unión Europea.

Durante la invasión a gran escala que inició en febrero de 2022, Rusia destruyó intencionalmente los depósitos de petróleo ucranianos para dejar al país sin combustible. No se quedó ahí y recurrió al chantaje nuclear interfiriendo en la mayor central de Europa. Cuando Moscú se dio cuenta de que ni siquiera esto podía intimidar a Kiev, su objetivo fue dejar a la población sin electricidad ni calefacción. En ese momento, nuestras compañías trabajaron las 24 horas del día, sin días de descanso, para restaurar la energía perdida. 

Antes de la guerra, 70% de los productos petrolíferos en Ucrania eran de origen bielorruso o ruso. Después de la invasión, cualquier tipo de cooperación con Rusia llegó a su fin. 

Por ello, los rusos intentaron destruir almacenes de petróleo y sus derivados en Ucrania, y los depósitos de oro negro se convirtieron en blanco de ataques con misiles. Kiev cometió muchos errores, pero también aprendió mucho. 

Durante el año pasado, el mundo civilizado tomó muchas medidas efectivas que permitieron primero diversificar las fuentes de suministro de petróleo y gas, para así reducir significativamente la compra de los hidrocarburos de la Federación de Rusia. Esto ya tiene consecuencias importantes y muy tangibles: el presupuesto ruso no recibe suficientes ingresos y, por tanto, no puede financiar plenamente la guerra contra Ucrania. 

A pesar de que el Kremlin niega cualquier impacto del embargo en su economía, el déficit en el presupuesto estatal de su país está creciendo rápidamente. Las sanciones están funcionando, pero deben aumentarse y su fin debería ser reemplazar completamente a Moscú como exportador en el mercado de proveedores de energía. 

La guerra que Rusia libra en contra de Ucrania sienta un precedente peligroso. Cuando un Estado con armas nucleares toma por la fuerza los territorios de sus vecinos o les impone condiciones de política exterior, el mundo se vuelve más inseguro. Moscú ha buscado mostrar su superioridad e intimidar a la comunidad internacional, pero esto sólo ha sido contraproducente. Hoy la resistencia de los ucranianos es más fuerte que nunca.

POR OLENA PAVLENKO
PRESIDENTA DIXI GROUP DE ANÁLISIS DE POLÍTICA ENERGÉTICA EN KIEV

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