COLUMNA INVITADA

Tiempo de amenazas

Lo que vimos del ataque de Hamás, fue un recordatorio de lo poco que significa, para un puñado de monstruos, la dignidad de la vida de la mayoría

OPINIÓN

·
Sara Morgan / Columna Invitada / El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Muchas veces damos por sentado que seguiremos bien, pero las circunstancias suelen cambiar de forma abrupta. 

Justo cuando la guerra en Ucrania había pasado del asombro al olvido, con una increíble rapidez. Un feroz ataque del grupo Hamás a Israel, nos vuelve a demostrar que el cambio de la paz a la guerra sólo requiere de acciones de grupos pequeños que alteran la vida de millones de inocentes, que sucumben, a las decisiones la acción militar, poco tienen que ver con la realidad de políticos extremistas, de cualquier ideología.

Hace años el mundo se encuentra al borde de diversos estallidos entre naciones o sociedades. El último ejemplo fue la embestida bélica, en contra de Israel, quien respondió a través de su primer ministro Benjamín Netanyahu, con el “inicio” de la guerra. A pesar de no poder establecerse un panorama simple, porque dicho conflicto se ha mantenido durante años, y tiene razones que mezclan diferentes contextos que podrían apreciarse como irreconciliables como: las creencias religiosas, la percepción de la fe; y un lugar Santo, que más de un grupo quiere poseer, sólo demuestra que el ser humano quiere interpretar a su conveniencia, aquello que sólo requiere bondad y comprensión. En resumen, sólo hay dos factores que coinciden. Se tratan del dolor y la muerte para todos los grupos divergentes. 

Seguramente te preguntas: ¿Qué está pasando? Sucede que la estridencia y el caos están ocupando asientos de honor y los protagonistas son cínicos que pretenden sustraernos de la realidad. Así cada vez es más frecuente que exista un alejamiento del mundo que debe ser; y nos acercamos peligrosamente hacía lo grotesco. Eso puedes constatarlo desde nuestro país, donde millones son abofeteados por la violencia dejando huellas físicas, emocionales y psicológicas que nunca desaparecerán de las familias o de las pocas personas que logran huir del horror del narco o la trata de personas. Lo que vimos del ataque de Hamás, fue un recordatorio de lo poco que significa, para un puñado de monstruos, la dignidad de la vida de la mayoría.  

Esto es una película de horror, para quienes estamos lejos; ya que con sólo cambiar el canal nos escindimos de la tragedia, pero debemos tener presente que cualquiera es susceptible de ser arrastrado por la miseria humana como protagonista; ya que la contaminación de este fenómeno de violencia es expandible. Tanto así, que de pronto podríamos ver la cara de algún familiar, amenazado o acribillado por la locura. Pero seguimos en una especie de distracción permanente, habitando un mundo virtual, que observa a lo lejos la desgracia que ha llegado a alcanzar a todos. Probablemente la paz es una desventaja en un planeta donde se antepone la fatalidad de la apatía y donde el movimiento sólo se da en función a intereses económicos y de poder. Sí esta hipótesis no es correcta. Preguntemos ¿por qué sabiendo que este mundo está confrontado, se contribuye a acelerar los factores que lo deterioran?

Hoy vivimos bajo el esquema extremista, sin metas que sean congruentes con la plenitud de seres racionales. En ese sentido, es irrelevante salvar una vida, o ayudar a los demás, siendo más trascendente poseer una marca en cualquiera de sus formas. Lo delirante es que ello se ha convertido en una forma deseable de vida. Luego entonces, no es extraño que la interpretación que se haga de Dios, sea motivo de conflicto ya que para unos y otros representa poder y dinero, algo definitivamente alejado de dicho concepto.

Nadie puede creer que quienes construyen o activan las armas que han acabado con la vida de muchas personas, a lo largo de este conflicto y otros más, tienen alguna justificación compatible con la idea de espiritualidad o progreso. 

Nuestro lugar en el mundo depende de saber desechar a todos aquellos que plantean la idea de conflicto entre los que queremos la paz y ello aplica a no fomentar divisiones o ideologías que nunca derivan en libertad y seguridad.

Jugar a interpretar a Dios, es una posición peligrosa, pero más aún, ruinosa, propio de nuestros tiempos.

POR SARA MORGAN
@MORGANSAREL
CONSULTORA LABORAL
DIRECTORA DE EQUITY JOB LAB

EEZ