LÍNEA DIRECTA

Sin PRI

El tricolor terminó por autodestruirse de la misma forma que lo hicieron los partidos del socialismo soviético, por no poder reinventarse en democracia

OPINIÓN

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Ezra Shabot / Línea Directa / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Para millones de mexicanos parecería imposible imaginar un México sin el Partido Revolucionario Institucional (PRI). El partido del siglo XX, cuyos cambios fueron siempre de forma y nunca de fondo.

Fue un partido de Estado y, cuando recuperó el poder, después de la alternancia del 2000, sólo fue para autodestruirse, fragmentarse y luego desaparecer más por causas internas que externas.

Es cierto que Morena ha conseguido en alguna medida reconstruir el partido de masas con un único caudillo al estilo del Partido Nacional Revolucionario, de Calles, aunque sin la capacidad de presentar un proyecto de nación adecuado a la realidad del siglo XXI.

Sus dos bloques, el del nacionalismo revolucionario, encabezado por Alejandro Moreno, y el de los tecnócratas renovadores apertrechados en el Senado, en la figura de Miguel Ángel Osorio Chong, son hoy opciones políticas que no pueden convivir en un mismo partido.

Y es que Moreno no tiene otra alternativa que aliarse al partido dominante o irse a la cárcel, independientemente de su cercanía ideológica con el lopezobradorismo.

Mientras que los tecnócratas están convencidos que su única y última salida está en la elección del Estado de México para el próximo año, 2023, donde confían en que Alfredo del Mazo sostenga una alianza electoral con el PAN y el PRD, más allá del conflicto con Alito, y con ello mantenga viva la esperanza de un frente unido para el 2024 donde el PRI siga existiendo como fuerza separada del gobierno federal.

Sin embargo, hacer que esto funcione es casi imposible. Moreno es dueño y señor del aparato político-electoral del PRI y estaría listo para ponerlo al servicio de AMLO a cambio de su libertad.

Esto dejaría a los tecnócratas atados a la decisión de un Alfredo del Mazo sometido a las presiones gubernamentales, y quien tendrá en sus manos el futuro de un segmento del PRI, y muy probablemente de la unión de Acción Nacional, el tricolor y el de la Revolución Democrática (PAN-PRI-PRD) para la elección presidencial de 2024.

De una u otra manera, el Revolucionario Institucional está por decir adiós a su existencia como partido político nacional para convertirse, ya sea en un apéndice de la 4T, o en un sector cada vez menos significativo de un nuevo orden democrático a construir en México a partir de las próximas elecciones presidenciales en dos años.

En cierta forma el PRI terminó por autodestruirse de la misma forma que lo hicieron los partidos del socialismo soviético ante la imposibilidad de reinventarse dentro de un sistema democrático.

Lo paradójico es que al mismo tiempo que este partido tiende a desaparecer, su sustituto como partido de estado, en formación Morena, está copiando su modelo original de hace casi un siglo.

POR EZRA SHABOT

EZSHABOT@YAHOO.COM.MX

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