LÍNEA DIRECTA

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Con una presencia amplia y empática en redes, sin confrontarse con la oposición, Ebrard juega tres bandas

OPINIÓN

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Ezra Shabot / Línea Directa / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Los tres precandidatos de Morena a la presidencia de la República, Claudia Sheinbaum, Adán Augusto López y Marcelo Ebrard, se encuentran en plena disputa por obtener el beneplácito de la encuesta partidaria que determinará cuál de estos personajes encabezará la opción morenista para 2024. Por supuesto que la mano presidencial será definitoria para que el estudio demoscópico se incline para uno u otro lado.

Así, mientras Sheinbaum apuesta a un alineamiento total y absoluto con el Presidente, para demostrarle que ella es la única alternativa viable para brindarle continuidad y protección, Adán Augusto va por la ruta de representar la carta de emergencia que consolidaría una candidatura, en caso de que eventos políticos o económicos fuera de control pusieran a Claudia en un terreno que es imposible de sortear para la favorita de López Obrador.

Pero para Marcelo Ebrard el escenario es mucho más amplio, pero más complejo. Está obligado a convencer al Ejecutivo de las bondades de un proyecto político modernizador de la 4T, pero sin la posibilidad de una ruptura. Habiendo aprendido de su maestro Manuel Camacho el principio de “cambio sin ruptura”, que postuló durante su fallida intentona de ser la continuidad del proyecto de Carlos Salinas, Ebrard intenta copiar dicha estrategia en el marco de la Cuarta Transformación.

Con una presencia amplia y empática en redes sociales, sin confrontarse todavía con la oposición, Marcelo intenta una jugada de al menos tres bandas. Primero, demostrarle a López Obrador que su candidatura garantiza su proyecto y que su lealtad es a prueba de todo, pero al mismo tiempo abrir el espacio hacia un diálogo con la sociedad y sus sectores desplazados y atacados por el Presidente.

Como tercera banda estaría su conexión con Estados Unidos en un intento por comprometerse ante Washington a cesar las hostilidades y alinearse a principios de una economía de libre mercado y de cumplimiento de lo acordado en el T-MEC. Por supuesto que se trata de una apuesta que puede estallarle en cualquiera de los tres segmentos que la componen.

AMLO reconoce que Marcelo se maneja con cierto grado de autonomía y no sabe bien a bien qué hará una vez estando en la silla grande. Su necesario acercamiento a los grupos duros de Morena le complicarán su estrategia modernista de no confrontación con los hoy enemigos del Presidente, y finalmente Estados Unidos espera señales más claras de un alejamiento de Ebrard, de la retórica antinorteamericana de López Obrador. En todo caso, para muchos sectores sociales aterrorizados por la posible radicalización del proyecto 4T, Ebrard sigue siendo una opción viable

POR EZRA SHABOT

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