LÍNEA DIRECTA

Justicia a modo

El objetivo es claro: materializar en una sola persona identificada claramente con el gobierno anterior absolutamente todo lo que represente Ayotzinapa como crimen de Estado

OPINIÓN

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Ezra Shabot / Línea Directa / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La aprehensión de Jesús Murillo Karam una vez cerrado el caso Ayotzinapa sin conclusiones sustancialmente distintas a las presentadas por el entonces procurador, se sitúa en el marco de una estrategia política clara. Primero, el cierre definitivo de la investigación que fue explotada política y electoralmente por los hoy detentadores del poder para hacer pedazos al PRI de Peña Nieto y segundo, la focalización de todas la responsabilidad por los abusos y errores ocurridos en la investigación en una sola persona.

Tras la huida a Israel del jefe de la Agencia de Investigación  Criminal Tomás Zerón de Lucio y su negativa a aceptar el criterio de oportunidad que le permitiría regresar a México a cambio de una declaración que hundiese a Murillo, la Fiscalía General y el propio gobierno federal se ven obligados a conducir de manera unilateral y sin apoyo de testigos lo que será un juicio similar al llevado a cabo contra Rosario Robles, liberada tres años después de su detención con un criterio de salud tan discrecional como toda la argumentación jurídica que la llevó a prisión.

El objetivo es claro: materializar en una sola persona identificada claramente con el gobierno anterior absolutamente todo lo que represente Ayotzinapa como crimen de Estado. De esta forma ni Abarca, ni las policías estatales y municipales, ni el entonces gobernador Angel Aguirre, ni los que enviaron al matadero a los muchachos y los que directamente los ejecutaron,  ni los militares detenidos, aparecen ante la opinión pública como piezas corresponsables involucradas en esa terrible masacre.

Murillo Karam termina por encarnar el fenómeno Ayotzinapa, como si él fuese el orquestador de la matanza, el encubridor de los asesinos y el símbolo del castigo al gobierno de Peña Nieto. No se trata de un individuo ajeno a la responsabilidad en el desarrollo de todo el proceso. Pero intentar reducir y centralizar en Murillo Karam toda la culpa de este crimen, implica intentar cerrar el caso con un chivo expiatorio que sirve como un instrumento político importante.

Se trata fundamentalmente de distanciarse de todo aquello que se hizo durante la investigación en tiempos de Peña Nieto y, sin tocar al ex – presidente, construir un nuevo relato de este complejo caso que pone al descubierto los lazos entre el crimen organizado y distintos actores de la política nacional, incluidas personalidades que hoy están el poder.

Si Jesús Murillo Karam es el gran orquestador del crimen de Estado, el resto de las piezas son únicamente peones que pagarán o no por su responsabilidad, pero Ayotzinapa quedará resuelto. Justicia a modo.

POR EZRA SHABOT
EZSHABOT@YAHOO.COM.MX
@EZSHABOT

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