LÍNEA DIRECTA

Contra los gringos

Las obras públicas de esta administración han sido inauguradas incluso antes de su conclusión o puesta en marcha, como símbolo de un cambio que simplemente no llegó

OPINIÓN

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Ezra Shabot / Línea Directa / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La radicalización del discurso presidencial está asociada fundamentalmente a dos factores. El primero es la cercana finalización de este periodo de gobierno y el segundo, la ausencia de resultados concretos que puedan ser tangiblemente demostrados dentro y fuera del país. El crecimiento nulo y la pauperización de los sectores más desprotegidos de la sociedad, paliada únicamente por las remesas y la entrega de apoyos económicos directos desde el gobierno mismo, no dan para un final de sexenio grandioso.

          Las obras públicas de esta administración han sido inauguradas incluso antes de su conclusión o puesta en marcha, como símbolo de un cambio que simplemente no llegó. Por ello la búsqueda de enemigos se intensifica a diario en la “mañanera” como forma de apuntalar un proyecto que goza de amplia popularidad a pesar de sus deficiencias y que pretende extenderse más allá del 2024.

          Y si la oposición política no consigue elaborar una narrativa capaz de competir contra el relato oficial, mucho menos lo hacen los sectores empresariales que, golpeados por el nuevo modelo de capitalismo de compadres, se muestran dóciles y temerosos ante un presidencialismo tan poderoso como el del siglo pasado.

          El diferendo con los Estados Unidos y específicamente con Biden parte de una concepción enraizada en la mente de AMLO. Los norteamericanos son en esencia enemigos de México y como tal debemos tratarlos. El juego de palabras y de interpretaciones sobre la soberanía nacional, los hidrocarburos y las supuestas contradicciones dentro del TMEC, no son parte de una discusión técnica como en el caso de las reglas de origen en la industria automotriz.

          Se trata específicamente de una lucha ideológica entre el nacionalismo revolucionario reconstruido por López Obrador y Morena, y el modelo globalizador que pretende hacer de la región de norteamérica una zona con una economía competitiva e integrada para enfrentar a China y otros bloques que se están formando a raíz de una nueva división económica del planeta.

          Las consecuencias de esto amenazan con afectar no únicamente a exportadores mexicanos del campo y la industria automotriz, sino a México en su conjunto como país alejado de los mercados mundiales de capitales, del conocimiento y principalmente incapaz de cumplir a cabalidad con los acuerdos firmados entre gobiernos.

          La política de radicalización que pretende mostrar a nuestro país como un baluarte de la independencia latinoamericana frente al enemigo yankee, desembocará en un choque que la realidad le cobrará caro a la calidad de vida de millones de mexicanos.

POR EZRA SHABOT
EZSHABOT@YAHOO.COM.MX
@EZSHABOT

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